La Iglesia de Madrid emprende un nuevo curso pastoral con el corazón abierto a la acción de Dios en medio de su pueblo. La carta pastoral de inicio de curso de nuestro arzobispo, el cardenal José Cobo, nace para acompañar lo que ya palpita en la vida de tantas comunidades y en las historias sencillas de quienes, desde lo cotidiano, sostienen la esperanza, se entregan a procesos de crecimiento y cuidan la vida con fidelidad perseverante; se trata de una palabra que acompaña desde dentro.

En sus páginas resuena la invitación a caminar con esperanza renovada tras el Jubileo, fijando las prioridades que orientarán el año pastoral. La carta se convierte en un gesto de comunión, en una palabra compartida, que surge de la escucha y se ofrece como impulso para seguir avanzando en unidad.

El texto señala varias claves que emergen del discernimiento y de la realidad concreta de la diócesis: la implantación del catecumenado de adultos como camino de maduración en la fe; la formación integral del laicado como pilar que fortalece la corresponsabilidad y la misión bautismal; la preparación de la Asamblea Presbiteral como ejercicio de comunión y escucha; el impulso de la pastoral juvenil y vocacional en el horizonte de la próxima beatificación de los seminaristas mártires; y la reorganización territorial de la archidiócesis como signo de cercanía y servicio. Con todas ellas se dibuja una mirada pastoral que busca encarnarse en lo concreto, sostenida siempre por la esperanza.

La carta invita a respirar con calma, a discernir con hondura y a cuidar los brotes que el Espíritu hace surgir en la vida diaria. Cada comunidad es llamada a reconocer los dones que ya posee, a valorarlos y a ponerlos al servicio de la misión común. En esa hondura donde el Evangelio se hace carne en lo sencillo, en lo oculto y en lo cotidiano, se cultiva la verdadera fecundidad eclesial.

Este curso pastoral se abre con un espíritu de confianza: cada parroquia, cada comunidad y cada vocación encuentra en estas palabras un respiro y una llamada a seguir caminando juntos, con los ojos atentos, con el corazón disponible y con la certeza de que la Esperanza se hace visible allí donde el pueblo de Dios vive unido, compartiendo la fe y sirviendo con alegría.

Puedes leer aquí íntegra la Carta Pastoral para el inicio del curso