El fin de semana del 8, 9 y 10 de noviembre, los grupos de confirmación vivimos una convivencia en Cercedilla con el tema del Credo como hilo conductor. Salimos el viernes, en tren,  llenos de ilusión y muchas ganas de disfrutar de nuestra primera convivencia del curso. Al llegar, nos pusimos en presencia del Señor, conscientes de “qué bien se está cuando sabemos que estamos aquí porque tú nos has llamado a cada uno con un motivo para estar contigo”.

Ponemos en manos del Señor el encuentro y la convivencia. Iniciamos con una actividad de bienvenida en la que se nos presentó el itinerario de esta experiencia, que sería una verdadera aventura. Conocimos a dos aventureros que, en busca del “Texto Sagrado”, nos irían acompañando durante todo el fin de semana.

A continuación, disfrutamos de una velada en la que, a través de diferentes pruebas, íbamos obteniendo palabras para formar el Credo. Tras unos juegos divertidos, logramos completarlo, y concluimos el día dedicando un tiempo a la oración, a confiar y a rezar, recordando que, a través de la oración, hacemos posible lo que parece inalcanzable. Después, tocaba descansar.

El sábado comenzó entregando nuestra vida en manos del Señor, conscientes de que es Él quien nos regala un nuevo día para compartir y disfrutar. Luego, en la presentación general del Credo, el P. Yoelby nos explicó que el Credo es la oración que resume la fe que profesamos como católicos. Recitar el Credo es actualizar nuestra fe y ejercitarla, con el compromiso de dar testimonio de ella con nuestra vida. A continuación, nos dividimos en grupos para profundizar en una parte específica del Credo, que luego explicaremos a los demás. Este momento se complementó con una divertida gymkana.

Por la tarde, vivimos la Eucaristía en un entorno natural precioso, rodeados de la creación. Nuestro párroco, el P. Luis, nos fue guiando y explicando cada parte de la celebración para que pudiéramos vivirla con sentido pleno. Al terminar, repusimos fuerzas con la comida.

Luego tuvo lugar la entrega de un símbolo específico para cada curso de confirmación.

  • En 1º se entregó una llave, símbolo de “ABRIR TU CORAZÓN”: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3, 20).
  • En 2º, una vela, símbolo de la luz de Cristo que hemos de llevar al mundo. Reflexionamos sobre la importancia de tomar esa luz de Cristo para iluminar nuestra vida y, a través de ella, ser también luz para los demás: “Vosotros sois la luz del mundo”.
  • En 3º, un ladrillo, que representa cómo cada uno de nosotros es parte fundamental de la comunidad, de la Iglesia, aportando nuestro “ladrillo” para construir el Reino de Dios.

Gracias al coro de jóvenes que subió a la convivencia, disfrutamos de juegos y ensayamos las canciones para la Eucaristía del domingo. Nos invitaron a participar cada semana, recordándonos que quien canta, ora dos veces. Terminamos el día con una Adoración Eucarística, poniéndonos en la presencia de Jesús sacramentado, agradecidos por todo lo aprendido sobre la fe de la Iglesia, sobre aquello que fundamenta nuestra creencia y cómo vivir en comunidad.

El domingo cerramos la convivencia con una oración a Dios, en la que renovamos nuestra reflexión sobre el Credo, nuestra fe y nuestra forma de vivir. Nos planteamos cuestiones fundamentales: ¿De verdad queremos vivir como Jesús nos pide? ¿Estamos dispuestos a ofrecer hasta lo que nos cuesta dar? En nuestro día a día, ¿cómo podemos acercarnos más a Dios?

Finalmente, regresamos en tren a la parroquia para ensayar y, junto a nuestra comunidad, compartir la Eucaristía.

Damos gracias a las cocineras, quienes generosamente dedicaron su tiempo para prepararnos una cena deliciosa. Gracias, Señor, por llamarnos a vivir en Comunidad y descubrir que este es el estilo de vida que queremos: el estilo de vida de Jesús. Gracias a todos los catecúmenos de confirmación, a los catequistas y al sacerdote que nos acompaña, quienes han hecho posible que vivamos el Credo en profundidad. Gracias a nuestro párroco por compartir con nosotros la Eucaristía y a nuestra comunidad parroquial de la Santísima Trinidad, que nos apoya y sostiene con sus oraciones.

Gracias a Dios, que sigue llamándonos cada día.

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