El fin de semana, del 9 al 12 de marzo, el grupo de juveniles, junto con los catequistas y el padre César, nos hemos ido de convivencia a Los Molinos, con el lema: Cuaresma: “Camino hacia la conversión”.

Hemos querido vivir la invitación de Dios a volver la mirada hacia Él, la invitación en este tiempo especial al perdón y a la reconciliación. Ha sido una invitación a vivir el camino hacia Jesús, a vivir nuestra conversión, a reflexionar sobre nuestra vida ante Dios.
Durante este camino contamos con la oración (encuentro con Dios), el ayuno (renunciando a aquello que nos ata) y la limosna (como acto de amor hacia los demás), como medios para llegar a celebrar con gozo la Pascua.

Iniciamos nuestro camino cogiendo el tren hacia Los Molinos, con mucha ilusión y ganas de empezar nuestra convivencia. Que mejor manera de conocernos entre nosotros que jugando, un bingo para saber más de cada uno; ovejas y lobos, menudo lio que se ha montado; sillas colaborativas y para terminar un juego de corazones. Salimos a buscar nuestras normas, para que todo fuera de maravilla, y pasando diferentes pruebas, lo conseguimos.
Para terminar nuestra primera noche, llegó el momento del “Sardinas Show” donde, utilizando lo más hortera que llevábamos, nos reímos un buen rato disfrutando del momento. Y como no puede ser de otra manera, concluimos nuestro día poniendo nuestra convivencia en manos de Dios, con una oración: “Este tiempo es propicio para crecer en la oración, para recogerse en esta intimidad cada uno de nosotros con nuestro Padre, como Jesús nos enseñó” (Mt 6,7)

Empezamos el sábado preparándonos para el desierto, ese tiempo de unión con Dios, espacio de silencio donde nos encontramos con nosotros mismos y con Dios. El desierto requiere el coraje de los humildes, de los que no tienen miedo de volver a empezar. Esta cuaresma es nuestro itinerario para transformar nuestro corazón y asemejarlo al de Jesús.
Pasito a pasito, realizamos una marcha que nos va a ir guiando por ese desierto, reflexionando sobre las tentaciones, como vencerlas, como sentir que Dios nos ayuda a superarlas, como confiar más en Él. Al llegar a la ermita de la Virgen del Espino, le ofrecemos nuestro compromiso para superar nuestras tentaciones y pedir su ayuda.

La tarde nos depara un momento único, el sacramento de la Reconciliación, donde vamos a recibir el abrazo del perdón de Dios. Nos preparamos para este momento haciendo un desierto personal de encuentro con nosotros y con Dios. Recibimos la visita de nuestro párroco, el Padre Luis, que, junto con el Padre César, nos facilitan ese perdón de Dios.

Llega el momento de los símbolos de cada año. En primero nos hacen entrega del Padre Nuestro, con el compromiso por nuestra parte de rezar y mantener viva nuestra relación con Dios, nuestro Padre.
En segundo nos hacen entrega del Evangelio, con el compromiso de llevar a nuestra vida el estilo de vida de Jesús.
Y en tercero, nos hacen entrega de la Cruz, símbolo del amor gratuito de Jesús, que siempre nos acompaña y ayuda a cargar con las cruces de nuestra vida.
Llega la noche de las terroríficas confesiones, que miedo hemos pasado, pero al final, hemos disfrutado del terrorífico momento. Y como siempre nos vamos a dormir, no sin antes poner nuestro día en manos de Dios con la oración de la noche.

El domingo, después de la limpieza de la casa, descubrimos el poder de la oración rezando los unos por los otros, que es el acto de amor más bonito que podemos hacer unos por otros.
De vuelta a Villalba hemos compartido la Eucaristía con la comunidad parroquial, donde el Padre Luis ha tenido unas palabras para nosotros acerca de nuestros símbolos.
Queremos agradecer a nuestros cocineros, Raquel y Nazario, que nos han alimentado tan bien en nuestra convivencia. Gracias a todos los que hacen posible estos buenos momentos. Gracias, Señor, por seguir mostrándonos el camino hacia la conversión.

Puedes ver las fotos de la convivencia haciendo clic en la siguiente imagen: