El 30 de septiembre de 2019, el papa Francisco estableció en la carta apostólica Aperuit illis que el III domingo del tiempo ordinario, este año el 22 de enero, se dedique a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios.
Un domingo en el que «de manera especial, será útil destacar su proclamación y adaptar la homilía para poner de relieve el servicio que se hace a la Palabra del Señor»
El Pontífice propone este Domingo dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios:
- Para comprender la riqueza que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo.
- Para que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable.
- Para que nunca falte la relación decisiva con la Palabra viva que el Señor nunca se cansa de dirigir a su Esposa, para que pueda crecer en el amor y en el testimonio de fe.
La Palabra de Dios ha sido inspirada por el Espíritu Santo; se ha transmitido en la Tradición de la Iglesia a lo largo de los siglos; es proclamada, celebrada y orada en la asamblea litúrgica; es vivida en la comunidad eclesial; es interpretada por el magisterio; es testimoniada en la vida de los santos; es profundizada en el estudio de la investigación teológica; es escuchada y saboreada en el silencio de los monasterios y en la sencillez de cada hogar cristiano; encuentra un eco peculiar en la catequesis; es aplicada en todos los ámbitos de la pastoral; constituye el fundamento de la misión; hace fecunda la acción sociocaritativa; «se manifiesta en los genuinos valores religiosos y morales que, como semillas de la Palabra, están esparcidos en la sociedad humana y en las diversas culturas» (Directorio general para la catequesis, n. 95).
El Domingo de la Palabra de Dios destaca la primacía de esta Palabra y pone a toda la Iglesia en «escucha religiosa» (DV, n. 1). «El ministerio de la Palabra […] nace de la escucha y educa en el arte de escuchar, porque solo el oyente puede también anunciar» (Directorio para la catequesis, n. 283).
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