Caminando juntos… en la fe, con esperanza, desde el amor… como comunidad parroquial
Los martes del curso 2024-2025, publicaremos una entrada que podría fomentar la reflexión y el crecimiento de nuestra vida espiritual, ayudando a mantenerla viva en el día a día: El discernimiento espiritual: cómo escuchar la voz de Dios
Escuchar con el corazón abierto
A veces nos preguntamos cómo reconocer la voz de Dios en medio de tantos ruidos, decisiones y emociones que llenan nuestro día a día. Sentimos el deseo profundo de caminar según su voluntad, de vivir en sintonía con lo que Él sueña para nosotros, pero nos cuesta saber por dónde empezar. Y sin embargo, Dios siempre habla: en la Palabra, en las personas, en los acontecimientos, en el silencio que nos habita. El discernimiento espiritual es, en el fondo, ese arte delicado de escuchar con el corazón.
San Ignacio de Loyola lo entendía así: no se trata solo de pensar, sino de aprender a sentir y gustar internamente. Discernir es afinar el oído del alma, es dejar que el Espíritu nos vaya mostrando los caminos por los que dar más fruto, por los que vivir con mayor hondura y autenticidad. Como dice el profeta Isaías: “Tus oídos oirán una palabra a tus espaldas que dirá: Este es el camino, camina por él” (Is 30, 21).
Dejar que Dios nos sorprenda
Muchas veces buscamos certezas inmediatas, respuestas claras, señales evidentes. Pero la voz de Dios no suele gritar, se insinúa como brisa suave, como intuición luminosa, como paz que crece por dentro. No se impone, invita. No arrastra, seduce. Para discernir, necesitamos cultivar la confianza, abrirnos a lo inesperado, dejarnos sorprender por caminos que no habíamos imaginado.
Hay decisiones que maduran en la oración, en la escucha humilde, en el acompañamiento espiritual. Y hay otras que se van aclarando mientras caminamos, mientras confiamos. Discernir es aprender a vivir atentos, sin rigideces, con el alma disponible. Porque la voluntad de Dios no se esconde, se revela a quienes desean acogerla con sinceridad y valentía.
Vivir con los pies en la tierra y el alma en Dios
El discernimiento es una actitud que se cultiva cada día, en lo pequeño y en lo concreto, y no, como muchas veces pensamos, un ejercicio abstracto ni reservado a momentos extraordinarios. En nuestras relaciones, en nuestro trabajo, en nuestras decisiones cotidianas. Dios nos habla allí donde estamos, tal como somos, y espera que aprendamos a leer los signos de su paso por nuestra vida.
Cada vez que elegimos lo que da vida, cada vez que optamos por lo que construye, cada vez que decimos sí a lo que nos hace más libres y más generosos, estamos escuchando su voz. Porque discernir no es adivinar, es amar con inteligencia, con profundidad, con sentido. Es dejarnos guiar por ese Dios que camina con nosotros y nos acompaña con infinita ternura.
Que esta semana abramos espacios de silencio fecundo. Que escuchemos con paciencia, que miremos con fe, que aprendamos a confiar en esa voz que, desde dentro, nos llama por nuestro nombre y nos conduce hacia la plenitud.
