Queridos hermanos:
¡Os deseo un feliz año nuevo! Como todo comienzo en la vida cristiana lo iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y culminamos con un ¡Amén! Un amén que es el sí de nuestro corazón henchido de gratitud por cómo nos ha cuidado el Señor en este 2024.
Se agolpan a nuestra mente y corazón recuerdos de este año que finaliza, y temores y esperanzas para este 2025. Que el énfasis espiritual esté en la Esperanza, a la cual nos invita el Gran Jubileo que la Iglesia como Madre nos indica para estos 365 días.
Que este sea un año para renovar fuerzas, refrescar nuestra fe, aumentar la caridad para con quienes nos rodean. No es fácil cuando quizás, en nuestra vida o nuestras familias, las cosas no andan tan bien, y aun así, como seguidores de Jesús, estamos invitados a reavivar la esperanza.
Dice San Pablo, “la esperanza no defrauda” (Rm 5, 5). Os invito a que juntos seamos constructores de esperanza en cada grupo en que estemos sirviendo a la comunidad, en nuestra familia, en los lugares de trabajo. Que abramos nuestros ojos de fe para mirar con esperanza el mundo, la iglesia y nuestra parroquia.
Preguntémonos ¿cómo está mi esperanza?, ¿me he sentido defraudado por el Señor?, ¿qué cosas espero para mí mismo, para mi familia, para la parroquia, para el mundo? No permitamos que este año nuestra mirada se dirija hacia lo que no está, sino a lo que viene como promesa del Señor. Caminemos en fe, y desde ahí seamos “Peregrinos de la Esperanza”. Que crucemos el umbral no solo de la Puerta Santa, sino los umbrales de la vida que nos llevan a acoger la realidad transida de Dios en cada momento.
En Cristo, vuestro párroco
P. Luis Murillo
También os compartimos la oración de fin de año: