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«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo». Mateo 16, 21-27

Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo:
Del Evangelio de este Domingo destacaré tres mensajes:

No hay Gloria sin Cruz: No la Cruz por la Cruz, sino la Cruz como trampolín para la Gloria. Esfuerzo, Coraje, Lucha, Trabajo… para llegar al Triunfo, a la Gloria. Esto vale para la vida humana y para la vida cristiana, espiritual. Tras la Medalla de Oro de una Olimpiada hay muchas horas de duro entrenamiento. Para llegar a ser santo hay que vencer muchos obstáculos, muchas tentaciones con nuestro potencial y con la energía del Cielo que nos viene a través de la oración, los Sacramentos, la vida en fraternidad.

Sigamos con nuestra Cruz de cada día tras la Cruz de Jesús: El evangelio nunca hay que entenderlo en sentido negativo como negación de lo humano, de disfrutar de los dones creados por Dios. No podemos aceptar una ascesis que consiste en “fastidiarse” aquí para merecer la vida eterna allí. Se trata de buscar no sólo el propio bien sino la gloria de Dios y el bien de los demás.

La vida se salva perdiéndola por Cristo: si sólo acumulas para ti y no piensas en el plan de Dios y en el bien de los más necesitados, tu vida queda estéril para esta vida terrena temporal y para la vida celestial eterna.

Desde la Fe: Creamos en el Cristo Total: Hombre y Dios; Crucificado y Resucitado para el Cielo.
Desde la Esperanza: esperemos que el amor de Cristo Crucificado nos ayude a superar los malos momentos de la vida.
Desde la Caridad: amando a los demás, dándonos a los demás… nos sentiremos más realizados, más felices.

Padre Apolinar.