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Para muchas personas parece que Dios está mudo o que no existe. Parece que ha dejado que el mundo y los hombres marchen a su aire. Dios no existe para algunos hombres, para otros, ha muerto o han desfigurado su rostro. Se afirma que Dios no sirve para nada. Se eliminan los signos religiosos cristianos. Se destierra a Dios por decretazo.
Al comienzo del año es una gracia que se proclame el evangelio del prólogo del cuarto evangelio, que habla de la Palabra de Dios. «En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres». El evangelio de hoy es un texto rico en contenido. Habla de Dios y de su Palabra. Cristo es la Palabra de Dios, no es cualquier palabra, es la Palabra con mayúscula. Esta Palabra ha acampado, ha plantado su tienda entre nosotros. Esta Palabra es Luz que ha venido para disipar la oscuridad de las tinieblas. La luz brilló en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron. La Luz continúa brillando hoy, y la tiniebla continúa rechazándola. El que es la Palabra es la Sabiduría. La verdad de la Sabiduría hiere a quien no vive en la luz y a quien no recibe al que es la Palabra. Navidad es misterio de la Palabra hecha carne, es el misterio de la luz y de la sabiduría. Aceptar a Cristo implica aceptar su Palabra como verdad, luz y vida.