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“Vosotros sois sal, vosotros sois luz del mundo” (Mateo 5, 13-16)
Hoy se nos invita como discípulos a ser sal y luz del mundo.
La sal es un elemento de la naturaleza con una doble función: dar sabor a los alimentos y también conservar alimentos. La sal, si es mucha estropea el alimento y si no la tiene pierde su sabor. Así ha de ser nuestra presencia en el mundo, discreta como la sal, que al cumplir su función no es la protagonista, sino que estando en segundo plano hace maravillas desde y para lo que fue creada. También conserva alimentos. En nuestra misión hemos de ayudar a conservar el bien, la justicia y la fraternidad en este mundo.
La luz, otro elemento que no existe por sí mismo, cuya función es iluminar. Una vela para poder dar luz tiene que desgastarse, tiene que entregar poco a poco su cera, y lo hace como parte de su función de iluminar. Que nosotros seamos luz, que ilumina, y no que deslumbra. Desgastemos nuestra vida por los demás e iluminemos los caminos de este mundo.
👉Desde la fe:
Confiar en cada momento que Jesús nos enseñará cómo hacernos presentes como la sal, cómo iluminar cada momento de oscuridad en que nos encontremos.
👉Desde la esperanza:
Acudamos en ayuda de los demás, que nuestro desgaste ayude y dé esperanza a tantas personas que esperan una presencia de Dios por medio nuestro. No escatimemos en encender el corazón porque somos luz.
👉Desde la caridad:
Pidamos al Padre que nos ayude a cumplir la función de la sal; es decir, estar presentes discretamente, dar sabor de Reino de Dios por donde pasemos, y a iluminar a otros; pero, nunca deslumbrando, porque eso sería tan solo para gloria nuestra.
P. Luis Murillo