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El Evangelio de los Magos se nos presenta como una página de fuerte concentración teológica. Es una narración que presenta una antología de textos bíblicos y un texto importante de la catequesis primitiva, que potencia la llamada de los gentiles a la fe.
Los Magos vienen de Oriente. Como hizo en otro tiempo la reina de Saba, se dirigen hacia Jerusalén, ciudad santa, buscando un rey salvador. Los Magos personifican la eterna ansia del hombre que sólo en Dios puede encontrar la paz. En la escena cobra relieve la estrella, guía luminosa de tantas especulaciones exegéticas y astronómicas. En la Biblia tiene una clara referencia mesiánica, porque la luz está siempre en el fondo de toda aparición mesiánica, como canta Isaías en su espléndido himno al Emmanuel: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz”. No en vano el Apocalipsis llama a Cristo “estrella de la mañana”. El evangelista San Mateo subraya la grandísima alegría con que los Magos acogen la revelación mesiánica destinada a ellos. Después de haber entrado en la oscuridad del palacio del rey Herodes, los Magos se dirigen a la luminosa casa y humilde palacio del verdadero Rey, que es Cristo; y encuentran a la Madre del Mesías y a su hijo Jesús, ante el que se postran como gesto litúrgico de adoración cristiana y no como mero gesto de veneración oriental. Los Magos son desde entonces nuevos y verdaderos creyentes, y le presentan sus dones: el oro como rey, la mirra como a uno que había de morir, el incienso como a Dios.
La Epifanía es la historia de una revelación a través de dos canales de comunicación: uno cósmico, como es la estrella, y otro sobrenatural y gratuito, la Palabra de Dios. Cristo es la verdadera luz, quien lo encuentra no vive en tinieblas. La Epifanía es la historia de una búsqueda, que supone etapas oscuras y peregrinaciones, pero que al final encuentra la verdad. El cristiano vive siempre peregrinando hacia la verdad y el absoluto hasta que vea a Dios cara a cara. En la Epifanía la fe se hace camino hasta la realidad viviente de Dios. La Epifanía es también la historia de una oscuridad. Es la oscuridad del pecado de Herodes, es la oscuridad de la indiferencia de Jerusalén, es la oscuridad de los sumos pontífices y letrados del país que no ven, creyendo que ven.