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Domingo XXVII del Tiempo Ordinario (Mateo 21, 33-43)

Arrendará la viña a otros labradores

El evangelio nos exhorta a considerar todo lo que nos rodea, como encargo de Dios para que lo administremos, no somos dueños de nada. Esa es la viña que nos habla el evangelio. Jesús vino a su viña, a su pueblo, pero no le recibieron. A veces con facilidad tendemos a adueñarnos de cosas, personas, puestos etc, y cuando Jesús quiere entrar en nuestra vida lo primero que le decimos es que no toque nada de lo que “es mío”. Hacemos como aquellos viñadores, que siendo simples arrendatarios se creyeron dueños y mataron al verdadero heredero de todo: Cristo Jesús.

Jesús es la piedra angular que sostiene todo lo que hacemos, es desde Él y por Él que hacemos lo que hacemos. A veces el ego se entusiasma pensando que todo es propiedad, que todo es posesión, sin darnos cuenta que Dios es el dueño de los corazones, de las cosas. Nunca nos aprovechemos de nada ni de nadie para beneficiarnos nosotros. Que todo nuestro hacer sea simplemente para Gloria de Dios.

Desde el amor: Amar cada cosa sabiendo que se me ha dado todo para administrarlo y no para poseerlo.

Desde la fe: Orar sintiendo que Jesús es la piedra angular de tu vida.

Desde la esperanza: Confiar que el mundo cambie su sentido de posesión, de destrucción y restituir a Jesús su señorío en las cosas y personas.

P. Luis Murillo