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Segundo domingo de Adviento (Lucas 1, 26-38)

El anuncio a María es una invitación profunda a escuchar y a confiar sin reservas. En la sencillez de Nazaret, el ángel le revela a María el proyecto de Dios para ella y para toda la humanidad.María, aunque se turba y cuestiona, se abre con humildad a la voz del Señor.

Esta actitud nos enseña a acoger los planes de Dios incluso cuando no los comprendemos plenamente o nos exigen salir de nuestras propias seguridades. En este tiempo de Adviento, estamos invitados a escuchar con el corazón, como hizo María, y a recibir en nuestra vida esa palabra que viene a transformarlo todo. Escuchar a Dios implica estar dispuestos a que su voluntad nos sorprenda, a dejar que Él haga en nosotros su obra de amor.

Desde la fe, aprender de María es confiar en que Dios sabe mejor que nosotros lo que necesitamos y cuándo nos lo concede. Es una confianza que se nutre del «hágase» de nuestra Madre, que se entregó en una escucha plena, en la aceptación de ser instrumento en sus manos.

Desde la esperanza, el “sí” de María es también nuestro camino: una respuesta que nos prepara para el encuentro, con la certeza de que Jesús quiere nacer en nuestra vida.

Desde la caridad, la escucha de María es un ejemplo de servicio a los demás, una disponibilidad que nos invita a estar atentos y dispuestos a escuchar también las necesidades de los que nos rodean, para ser, como ella, presencia de ternura y apoyo en el Adviento de quienes esperan una señal de consuelo y amor en su camino.