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Segundo Domingo de Adviento (Marcos 1, 1-8)
Preparad el camino del Señor
Las lecturas de hoy, nos recuerdan que preparar la navidad, es preparar el corazón. Isaías nos dice: “Consolad a mi pueblo”, “habla al corazón de Jerusalen”. Al igual que el Evangelio de Marcos nos habla de preparar el camino al Señor. Preparación que no solo se basa en preparar el belén, regalos y comidas, sino en llevar compasión y hablar al corazón del otro con nuestras actitudes. Allanar el camino según Isaías se realiza modificando desde dentro el paisaje de la vida: Que los montes se abajen: es decir nuestra soberbia y ego. Que los valles se levanten: todo aquello que está vacío, triste, hundido, el Señor quiere que lo levantemos, que sintamos nuestro corazón erguido con dignidad y dignifiquemos a nuestro paso el corazón de otros. Que lo torcido se enderece: No pocos son los caminos que en nuestra vida se han torcido por nuestra testarudez. A veces el Señor nos indica un camino y nosotros metemos cabeza en cruzar la vida por otro lado. Que los montes y colinas se abajen: Nuevamente todo orgullo y toda altivez, presunción, vanidad, ha de abajarse. Navidad nos enseña que Jesús nació humilde y sencillo. Él siendo todo se hizo nada, y nosotros no siendo nada, a veces pretendemos serlo todo.
Desde el Amor: Acojamos nuestro paisaje interior, y permitamos al Señor que con su cariño especial transforme lo que sea necesario transformar.
Desde la fe: Confiemos en que es posible allanar el camino del Señor, no con nuestro esfuerzo sino con la confianza de que lo que cambiemos en ese paisaje será para bien mío y de otros.
Desde la esperanza: Como dice Isaías, consolad a mi pueblo. Que este tiempo de adviento sirva para llevar consuelo a tantas personas tristes y abatidas.