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XXIX Domingo T. Ordinario (Marcos 10, 35-45) (DOMUND)

En el Evangelio de hoy, los discípulos Santiago y Juan se acercan a Jesús con una petición audaz: desean sentarse a su derecha e izquierda en su gloria. Jesús, con sabiduría y amor, les explica que no saben lo que están pidiendo. Esta respuesta nos invita a reflexionar sobre nuestras propias ambiciones y deseos. ¿Cuántas veces buscamos puestos de honor y reconocimiento sin entender realmente las implicaciones de seguir a Cristo? Jesús nos recuerda que la verdadera grandeza en su Reino no se mide por el poder o la posición, sino por el servicio y la humildad. Ser grande en el Reino de Dios es convertirse en servidor de todos, siguiendo el ejemplo de Jesús, quien no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos.

En la celebración del DOMUND, Día Mundial de las Misiones, este mensaje cobra una relevancia especial. Jesús nos llama a ser misioneros de su amor y su verdad, llevando su amor a todos los rincones del mundo. No se trata de buscar nuestro propio beneficio o reconocimiento, sino de entregarnos con generosidad y amor al servicio de los demás. La misión es una invitación a abrir nuestros corazones a las necesidades de nuestros hermanos, especialmente los más vulnerables y olvidados. En este día, renovamos nuestro compromiso de ser discípulos misioneros, llevando el Evangelio con alegría y esperanza.

Desde la fe, somos llamados a confiar en que Dios nos guía y nos capacita para cumplir con nuestra misión. No estamos solos en este camino; el Espíritu Santo nos acompaña y fortalece.

Desde la esperanza, reconocemos que nuestras acciones, por pequeñas que parezcan, pueden transformar vidas y construir un mundo más justo y fraterno. La esperanza nos impulsa a perseverar, sabiendo que Dios actúa a través de nosotros.

Desde la caridad, entendemos que nuestra misión es un reflejo del amor de Dios por cada persona. Estamos llamados a amar con el mismo amor que Jesús nos ha mostrado, un amor que se manifiesta en gestos concretos de solidaridad, compasión y servicio. En este DOMUND, que nuestro corazón arda con el deseo de ser verdaderos misioneros del amor de Dios.