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Jesús se retira a Galilea y comienza su ministerio. Se cierra el ciclo de Juan y se abre el tiempo de Jesús; se aleja de Jerusalén y se acerca a la tierra de los gentiles; se termina el anuncio de amenazas y condenas y comienza el tiempo del Reino, como Buena Noticia. Su mensaje es la conversión.
Las tres lecturas de hoy repiten la misma temática y nos trasmiten un carácter de urgencia: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida», nos dice la primera lectura. San Pablo dice a los corintios: «El momento es apremiante», y el evangelio recalca: «Se ha cumplido el plazo, convertíos». La construcción del Reino pide conversión y fe. La conversión es apertura a Dios y a los hermanos. El anuncio de la Buena Noticia incluye el llamamiento de los primeros discípulos. Jesús pasa junto a un grupo de pescadores y les dice que le sigan. Su modo de proceder choca un poco. Les dice una palabra: «Seguidme», y comienza una aventura para aquellos hombres que siguen a un desconocido. No nos interesa la crónica de unos hechos, sino los rasgos esenciales del discipulado cristiano, que acentúa el evangelista. El seguimiento a Jesús es la respuesta a la llamada. Es él quien llama, y llama a quien quiere. Ser discípulo significa seguir a Jesús, estar con él y compartir su estilo de vida, conocerle y dedicarse al anuncio del Evangelio. Jesús les dice que serán pescadores de hombres. El seguimiento de Jesús no admite condiciones; implica disponibilidad y capacidad de renuncia.