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La metáfora del Buen Pastor en Juan 10, 11-18 revela la profundidad del amor de Jesús, quien no solo guía, sino que también entrega su vida por sus ovejas. Este relato despierta la reflexión sobre nuestra fe al desafiar la confianza en un Pastor que no escatima sacrificios.
Fortalecer nuestra fe implica reconocer la inmensidad de este acto redentor, donde Jesús, como el Buen Pastor, se identifica con la entrega total por amor a nosotros. En medio de la incertidumbre y desafíos, esta imagen nos impulsa a depositar nuestra confianza en el cuidado constante del Pastor fiel, cuya entrega no solo nos guía hacia la vida eterna, sino que también modela la esencia misma de la caridad. La fe se fortalece al reconocer en el Buen Pastor el faro de esperanza y el ejemplo supremo de amor y entrega desinteresada.
Desde la Fe:
La figura del Buen Pastor desafía a examinar nuestra confianza en Jesús como aquel que se entrega por nosotros. ¿Cómo podemos fortalecer nuestra fe, reconociendo el sacrificio redentor de Jesús y confiando en su cuidado constante?
Desde la Esperanza:
La imagen del Buen Pastor nos invita a cultivar la confianza en medio de las dificultades, recordando que Jesús es el guardián fiel que nos conduce a la vida eterna. ¿Cómo podemos nutrir la esperanza, manteniendo nuestra mirada en el Buen Pastor que supera cualquier desafío?
Desde la Caridad:
La entrega de Jesús como el Buen Pastor nos insta a vivir la caridad al entregarnos por los demás. ¿Cómo podemos reflejar el amor sacrificial de Jesús en nuestra propia vida, siendo instrumentos de compasión y apoyo para aquellos que necesitan orientación y cuidado?