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Domingo 29º tiempo ordinario (Mateo 22, 15-21)
Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios
La frase de Jesús, “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” nos interpela a todos. En tiempos de Jesús el César era considerado una divinidad; por tanto, Jesús procura que no confundamos honores humanos, o grandezas terrenas con lo divino. Dar a Dios lo que es de Dios, es dar a Dios todo, no hay nada que no le tengamos que devolver.
Qué fácil confundimos las cosas, al igual que la pregunta de los fariseos respecto a los impuestos. La cara del César estaba en las monedas, pero eran esas mismas monedas que utilizaban para ofrendas y sacrificios. Con facilidad confundían culto divino y valor económico. Jesús despeja la ecuación haciendo ver que a su Padre le interesa que en nuestro corazón llevemos impreso su rostro y el de nuestros hermanos, mientras que los poderosos imprimen su imagen en monedas. El endiosamiento es lesivo para quien lo utiliza y ataca el Reino de Dios. Nosotros llevamos impreso el rostro del Padre en nuestro corazón, nosotros somos un tesoro precioso a los ojos de Dios.
Desde el amor: Mira tu corazón y contempla qué imagen está impresa en tu corazón.
Desde la fe: confía que llevando impresa en tu corazón la imagen del Padre y de tus hermanos que sufren, ése será el mejor testimonio que puedas dar.
Desde la esperanza: Hacer oración para que el mundo logre diferenciar entre las cosas del César y las de Dios.