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Domingo XXV del Tiempo Ordinario (Mateo 20, 1-16)
¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: La parábola evangélica de este domingo contiene importantes mensajes para nuestra vida cristiana.
No seas celoso del mayor o menor tiempo que una persona ha conocido, amado, servido a Cristo. Algunos llevamos siguiendo a Cristo desde nuestra más tierna infancia. Otros, como San Agustín, se convirtieron a Cristo a los 33 años. Otros, como el que llamamos el Buen Ladrón que murió en la Cruz al lado de Cristo, se convirtió segundos antes de morir. Como dice el Papa Francisco, el Buen Ladrón “robó” el Cielo en el último momento de su vida. ¡Alegrémonos por nuestros hermanos salvados en Cristo, independientemente del momento en que se encontraron con Cristo Salvador!
Cristo nos habla del Reino de Dios. En ese Reino no basta con la justicia. Dios es Justo. Pero es muchísimo más que justo. Es un Padre maravilloso que nos desborda con su Bondad. Dios es un Padre Bueno que no puede tolerar que unos hijos suyos, que no han podido encontrar trabajo durante todo el día, se queden sin comer. Sólo podemos entender la parábola si caemos en la cuenta de que el nombre de Dios es Gracia, Amor, Benevolencia, que permanece incluso cuando es rechazado y tiene, como diría San Francisco de Asís, “una voluntad de amar que no se retira”. Dios es un Misterio de Amor que nos desborda.
Desde la Fe: ¿Creo felizmente en la Bondad desbordante del Padre Dios?
Desde la Esperanza: ¿Espero en el Dios de los Filósofos y los Sabios o en el Dios revelado por Jesús que es Bondad desbordante?
Desde la Caridad: ¿Amo a mis prójimos con amor generoso, desbordante…al estilo de Jesús de Nazareth, al estilo de Papá Dios?
Padre Apolinar