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La Santísima Trinidad
(Mateo 28, 16-20)
En el evangelio la última aparición de Jesús a sus discípulos trasciende como un momento crucial en el que el Maestro resucitado confiere la Gran Misión. Este encuentro no solo señala su autoridad sobre el cielo y la tierra, sino que también insta a sus seguidores a llevar el mensaje redentor a todas las naciones.
La Gran Misión es una llamada de Dios a participar activamente en la expansión del reino de Dios, siendo testigos vivos del poder transformador de Jesús. La fe se aviva al reconocer que, al obedecer este mandato, estamos comprometidos en un propósito eterno que trasciende las limitaciones terrenales. Jesús, al prometer su presencia constante hasta el fin de los tiempos, infunde esperanza, recordándonos que nuestra labor en la Gran Misión contribuye a un plan divino que perdurará más allá de nuestra existencia terrenal. Esta llamada no es solo un mandato, sino un acto supremo de amor hacia la humanidad, instándonos a vivir la caridad al compartir la verdad redentora con compasión y gracia. La Gran Misión nos desafía a ejercer nuestra fe con esperanza y caridad, siendo agentes activos del amor y la redención de Jesús en el mundo.
Desde la Fe:
La Gran Misión impulsa la fe al recordarnos que Jesús tiene autoridad sobre todas las cosas y nos envía con un propósito eterno. ¿Cómo podemos fortalecer nuestra fe, confiando en que, al obedecer su mandato, participamos en el plan divino que trasciende las limitaciones temporales?
Desde la Esperanza:
La promesa de la presencia de Jesús hasta el fin de los tiempos infunde esperanza. ¿Cómo podemos cultivar la esperanza, recordando que, al
cumplir la Gran Misión, participamos en la expansión del reino de Dios que perdurará más allá de nuestra vida terrenal?
Desde la Caridad:
La Gran Misión es un acto supremo de amor hacia la humanidad, instándonos a compartir la verdad redentora. ¿Cómo podemos vivir la caridad, compartiendo el mensaje de salvación con compasión y siendo instrumentos de la gracia redentora de Jesús en nuestro entorno? La
Gran Misión nos desafía a ejercer nuestra fe con esperanza y caridad, siendo testigos vivos del amor y el poder de Jesús en el mundo.