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Las lecturas de hoy proclaman a los cuatro vientos la realeza de Cristo. Su reino no se fundamenta en el poder político, como los reinos de este mundo, sino en el amor, el servicio y la misericordia. Cristo es Rey porque desde la cruz vence a la muerte y a las tinieblas del mal, perdona y salva. Su reino, que pertenece al futuro, está ya en el presente y transforma la vida de los que creen en él. Cristo es un peligro para el poder del mal, para los injustos y opresores. Cristo es canto de liberación desde el misterio de la cruz; es canto de alabanza desde todo lo creado. Cristo es nuestro canto, y cada día lo enmarcamos en nuestra vida y en la lucha contra el mal que nos rodea. La salvación irrumpió en el tiempo y rasgó el velo de las tinieblas que impedían ver la luz. Las tinieblas se convirtieron en luz para el buen ladrón. La realeza de Cristo solamente se comprende a la sombra de la cruz. Su reino se fundamenta en la cruz y en la resurrección. Su reino es eterno y universal, reino de verdad y vida, reino de santidad y gracia, reino de justicia, amor y paz.