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En nuestro tiempo, las palabras están devaluadas por la inflación verbal que existe. Jesús ha elegido a sus discípulos y expone su mensaje. Es curioso que el espíritu inmundo esté presente en la sinagoga en el día santo del sábado.
Este escenario refleja el inicio del conflicto entre la tradición socio-religiosa y la novedad del mensaje de Jesús. Él enseña con autoridad y los espíritus inmundos le obedecen. El ser «pescadores de hombres» del domingo pasado hoy significa rescatar a los hombres de lo que les ahoga y esclaviza. Jesús expulsa a los espíritus demoníacos y devuelve la dignidad al hombre. Su palabra no solo convence, sino que transforma. Hace salir el mal y restituye en toda su integridad la dignidad de la persona. Jesús quiere que sus discípulos proclaman que el Reino de Dios está cerca: curen enfermos, resuciten muertos, limpien a leprosos y expulsen demonios. La tarea de los seguidores de Cristo consiste en curar, liberar del mal, sanar la vida y ayudar a vivir de manera saludable. Esta lucha por la salud integral es camino de salvación. Es el impacto de una doctrina nueva, expuesta con autoridad.