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Cristo asciende hoy a la derecha del Padre. Ha cumplido su misión en la tierra y ahora alcanza su plenitud. La Ascensión es un misterio que está unido al del misterio pascual y no pueden separarse. Su Ascensión es la coronación de su vida y de su misión.
A la vez es el inicio de una nueva forma de estar entre nosotros. Desapareció ante los ojos de sus discípulos y subió al cielo para sentarse a la derecha del Padre. No ha abandonado a su iglesia, sino que permanece entre nosotros. Su presencia es mistérica e invisible. Permanece en la Palabra proclamada y en el pan eucarístico partido y compartido. Se hace presente también en cada persona que le busca, ama y espera. Permanece junto al que sufre y al que se afana por hacer nacer la vida en el desierto de nuestro mundo. Él permanece siempre con nosotros y quiere que nosotros permanezcamos siempre con Él. Ha confiado su obra a nuestras manos y nos envía por el mundo para ser signos de su presencia y testimonio de su Evangelio.