Ver y Descargar la Hoja Dominical
El modo de vivir de muchas personas no suele coincidir con el contenido del sermón de las Bienaventuranzas. No se acepta la pobreza, ni la humillación, ni la persecución, porque se ama el dinero, se busca la imagen social y no se soporta el desprecio. Cristo interpela constantemente a nuestra sociedad y a nosotros mismos.
El cristiano debe ser el eco del Sermón de la Montaña. El cristiano debe vestir su cuerpo y su espíritu con las actitudes de las Bienaventuranzas y rechazar todo lo que es fariseísmo y tinieblas. Sus palabras y obras deben ser limpias; su trabajo, responsable; su corazón, pobre y no prisionero del dinero; su espíritu, sin egoísmo. Sus ojos deben ser limpios para ver el resplandor de la belleza esparcida por todo el Universo y estar enamorado de la belleza infinita de Dios. Sus manos deben estar limpias de toda maldad, como su justicia y misericordia. Quien vive las Bienaventuranzas posee ya en su corazón el Reino de Dios y hace que los demás sean también bienaventurados.