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XIII Domingo T. Ordinario (Marcos 5, 21-24.35b-43)
En el evangelio de hoy, se presenta un poderoso relato que fusiona la fe, la esperanza y la caridad. Jairo, un líder religioso, busca a Jesús con una fe profunda para encontrar la curación de su hija moribunda. Mientras Jesús se dirige a su encuentro, una mujer afligida por años de sufrimiento toca su manto con la esperanza de ser sanada. Ambas historias convergen en un milagro extraordinario donde Jesús, con compasión y poder divino, restaura la salud de la mujer y resucita a la hija de Jairo.
Este relato desafía nuestra fe al recordarnos que, incluso en situaciones desesperadas, la intervención de Dios es posible. Nos impulsa a mantener la esperanza en la capacidad transformadora de Jesús, quien no solo atiende nuestras necesidades más profundas, sino que también nos llama a extender la caridad hacia los demás, compartiendo el amor y la esperanza que encontramos en Él.
Desde la Fe:
La fe de Jairo se manifiesta al buscar a Jesús como la fuente de esperanza y curación para su hija. ¿Cómo podemos fortalecer nuestra fe, reconociendo a Jesús como la fuente última de vida y esperanza en medio de nuestras situaciones más difíciles?
Desde la Esperanza:
La mujer con flujo de sangre personifica la esperanza al confiar en que tocar el manto de Jesús la sanará. ¿Cómo podemos cultivar la esperanza, confiando en que la intervención divina puede transformar nuestras circunstancias más desafiantes?
Desde la Caridad:
Jesús demuestra caridad al atender las necesidades de la mujer y resucitar a la hija de Jairo. ¿Cómo podemos vivir la caridad, respondiendo a las necesidades físicas y espirituales de quienes nos rodean, compartiendo la esperanza y la curación que encontramos en Jesús?