En la Parroquia estamos dedicando un Triduo a la Inmaculada Concepción de María.

Os invitamos a profundizar un poco en esta solemnidad:

Empecemos por la terminología: inmaculada procede de IM-MACULATUS, del prefijo ‘im’ que significa ‘no’ e ‘inmaculatus’ que significa manchado; esta palabra, unida a concepción hace referencia a la total santidad de María desde el primer instante de su existencia; es decir, desde que fuera engendrada en el vientre de su madre Ana.

Si nos vamos a la Sagrada Escritura podemos encontrar semillas de esta doctrina que habrían de germinar en la tradición de la Iglesia, así, en el Nuevo Testamento, se subraya el saludo del Ángel Gabriel quien llama a María «llena de gracia», porque en ella no hay espacio para el pecado, puesto que Dios la ha elegido desde siempre como madre de Jesús preservándola de la culpa original.

Fue el papa Pío IX quien declaró el dogma de la Inmaculada Concepción de María en 1854. Se celebra el 8 de diciembre porque es el día en que se promulgó el dogma, y además si nos fijamos, esta fecha está situada nueve meses antes del día de la natividad de la virgen (el 8 de septiembre).

Tal vez nos interese despejar una confusión que se suele dar, y es creer que inmaculada concepción es lo mismo que la concepción virginal; pero, no:

  • Inmaculada concepción: es el dogma que hace referencia a que María no tuviera pecado desde el primer instante de su concepción.
  • Concepción virginal: hace referencia a la concepción de Jesús en el vientre de María sin concurso de varón.

Es importante aclarar que esta doctrina no está en relación al pecado, sino a la GRACIA, es un dogma sobre la redención de Cristo a la humanidad. La Inmaculada es sobre todo un misterio de amor y el amor nos mueve hacia Dios. El Papa Francisco aseguró que “el mensaje de la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María se puede resumir con estas palabras: Todo es gracia, todo es don gratuito de Dios y de su amor por nosotros”.