Nos encontramos en un momento especialmente delicado en nuestro mundo. Las noticias diarias nos recuerdan las heridas profundas que la guerra y el odio están dejando en tantos países: desde la devastada Ucrania hasta los sufridos pueblos de Oriente Medio y África. El Papa Francisco, como pastor de toda la Iglesia, no es ajeno a este sufrimiento y, con su corazón de padre, nos invita a todos a unirnos en oración y ayuno por la paz.

El próximo lunes, 7 de octubre, al cumplirse un año del terrible ataque de Hamás en Israel, nuestro Santo Padre convoca a una Jornada de Oración y Ayuno. Esta llamada, que sigue el ejemplo de sus anteriores convocatorias por la paz en Siria, Líbano, Afganistán y Tierra Santa, es una oportunidad para implorar juntos a Dios, nuestro Padre misericordioso, que se apiade de su mundo y nos conceda el don de la paz.

En un tiempo donde parece que los vientos de la guerra no cesan, donde el dolor de tantas familias se hace insoportable y donde la violencia destruye los corazones, el Papa nos recuerda que los creyentes contamos con poderosas «armas»: la oración y el ayuno. Estas son nuestras herramientas espirituales, las que realmente pueden transformar los corazones y abrir el camino hacia una paz duradera.

Por este motivo, os invitamos a todos a participar de esta jornada especial. En comunión con toda la Iglesia, ofrecemos nuestras oraciones y sacrificamos una comida como signo de solidaridad con quienes sufren los horrores de la guerra. Desde la más sencilla oración hasta el más profundo silencio, cada uno de nosotros puede aportar su granito de arena para construir un mundo más justo y fraterno.

¡Hagamos juntos este esfuerzo por la paz! Que el Señor escuche nuestras súplicas y, por intercesión de la Virgen María, Reina de la Paz, ilumine a los corazones de los líderes y de todos los pueblos para que cesen las hostilidades y prevalezca el amor.

Os compartimos la oración que nuestro párroco, el P. Luis Murillo, ha preparado para esta jornada:

Señor Jesús,
en estos tiempos tan convulsos
te pedimos por la Paz en el mundo,
y en especial por Tierra Santa .

Tus pies caminaron por esos senderos,
tus manos bendijeron esa tierra,
enjugaste muchas lágrimas a tu paso
y abrazaste el dolor de tu pueblo
y de todos los pueblos.

Lloraste sobre Jerusalén y le dijiste:
«Si tan solo supieras hoy lo que te trae paz» (Lc. 29, 41-46)
Enséñanos hoy ese camino de paz,
queremos aprender de Ti.

Hoy te pedimos por la Paz en esta tierra,
toca y transforma los corazones de los dirigentes mundiales
y de los productores de armas,
da consuelo a las víctimas,
que sientan Tu Mano
por medio de las manos solidarias
que prestan todo tipo de ayuda.

Haz que hoy seamos instrumentos de tu Paz.

Amén.