«La Iglesia es como una gran orquesta en la que hay variedad: no somos todos iguales, ni debemos ser todos iguales. Todos somos distintos, diferentes, cada uno con sus propias cualidades, y esto es lo bonito de la Iglesia: cada uno trae lo suyo, lo que Dios le ha dado, para enriquecer a los demás. Y entre los componentes se mantiene esta diversidad, pero es una diversidad que no entra en conflicto, no se contrapone; es una variedad que se deja fusionar en armonía por el Espíritu Santo; Él es el verdadero “Maestro”, y Él mismo es la armonía.» (Papa Francisco)