Fiesta de la Visitación de la Virgen María
Os compartimos unas hermosas palabras de BENEDICTO XVI, de su catequesis en la gruta de la Virgen de Lourdes, en los jardines vaticanos, el jueves 31 de mayo de 2007.
“La Visitación de María se comprende a la luz del acontecimiento que, en el relato del evangelio de san Lucas, precede inmediatamente: el anuncio del ángel y la concepción de Jesús por obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo descendió sobre la Virgen, el poder del Altísimo la cubrió con su sombra. Ese mismo Espíritu la impulsó a «levantarse» y partir sin tardanza, para ayudar a su anciana pariente.» «Jesús acaba de comenzar a formarse en el seno de María, pero su Espíritu ya ha llenado el corazón de ella, de forma que la Madre ya empieza a seguir al Hijo divino: en el camino que lleva de Galilea a Judea es el mismo Jesús quien impulsa a María, infundiéndole el ímpetu generoso de salir al encuentro del prójimo que tiene necesidad, el valor de no anteponer sus legítimas exigencias, las dificultades y los peligros para su vida. Es Jesús quien la ayuda a superar todo, dejándose guiar por la fe que actúa por la caridad.» «Meditando este misterio, comprendemos bien por qué la caridad cristiana es una virtud «teologal». Vemos que el corazón de María es visitado por la gracia del Padre, es penetrado por la fuerza del Espíritu e impulsado interiormente por el Hijo; o sea, vemos un corazón humano perfectamente insertado en el dinamismo de la santísima Trinidad. Este movimiento es la caridad, que en María es perfecta y se convierte en modelo de la caridad de la Iglesia, como manifestación del amor trinitario».
👉Aprovechando que llegamos a fin del mes de mayo, mes de María, también os compartimos testimonios de feligreses de nuestra parroquia que se han ido compartiendo en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter e Instagram:
María Madre
Hoy nos regala esta reflexión Carmen Novoa, mamá de 2 jóvenes de nuestra parroquia.
Hoy, María, no vengo a pedirte nada. Pongo mi corazón ante Ti, con toda mi humildad y mi amor, sólo para decirte GRACIAS.
Miro hacia atrás y en mi vida siempre has estado Tú. Te has hecho presente de mil formas, hablándome directamente al corazón, en los ojos de mis hijas, en palabras, en actos de mis seres queridos y de otras personas, en esa caricia del sol en el rostro.
A lo largo del camino he fallado muchas veces pero Tú nada me has reprochado y has seguido a mi lado, sin pedirme nada a cambio. Me muestras la dirección a seguir y, decida lo que decida, Tú, siempre respetuosa, me acompañas.
Ante las tempestades de mi vida Tú siempre has sido ese puerto seguro donde he podido refugiarme y encontrar ternura, comprensión, calor, fuerza y coraje para seguir adelante.
En cualquier situación, acudir a ti, María, es sentir una alegría especial, honda, en el corazón.
Contemplo tu imagen y veo el mayor ejemplo de valor, generosidad e infinita capacidad para perdonar. Me animas y me recuerdas que es posible hacerlo desde la sencillez y el dejar hacer a Dios.
Tú, María, con tu presencia y tus actos, me muestras, cada día, el significado del amor incondicional, el verdadero amor de madre.
Gracias por amarme, por ofrecerme tu amor de Madre.
María Esposa
Gracias a Sor Carmen Ramos, Hija de la Caridad de nuestra parroquia, por estas bonitas palabras que nos regala sobre María.
Contemplamos este mes de Mayo a María como esposa, fiel a los designios de Dios que desde un no entender, supo ser la madre e todo un Dios que se hizo hombre y la esposa fiel que guardaba todas las cosas en su corazón.
Quizá su silencio fuera lo más importante, un silencio fiel, un silencio que sufrió y un silencio que la hizo fuerte ante la adversidad. ¡Cuántas veces tendríamos que vivir en ese silencio que tanto habla de María!
Fue esposa que supo callar y contemplar, para acoger y ofrecer, en ella podemos aprender la verdadera actitud contemplativa que nos puede cambiar la vida y la de tantos que van por el camino.
Permaneció atenta a cada necesidad, a cada encuentro porque estaba en medio de la vida como mujer fuerte. Encuentra la respuesta de su vida en la Palabra y en la acción de lo que Dios iba marcando en su camino, acogiendo el plan de Dios como respuesta generosa.
Hace con su persona un hogar para un acontecimiento tan incomprensible como real, un hogar que contempla al desnudo la auténtica verdad de nuestras vidas, que es Dios mismo y lo hace en fe, una fe que nos enseña a ser como María esposa, a ser contemplativos en la voluntad de Dios.
Mujer fuerte peregrina en la fe….en definitiva….ESPOSA FIEL.
María Reina
Damos las gracias a Blanca Gómez Arbeo por estas maravillosas palabras sobre María.
Cada 31 de mayo la Iglesia Católica celebra la memoria de “Santa María, Reina de los cielos y la tierra”.
Fue el venerable Papa Pío XII en su encíclica “Ad Caeli Reginam” (A la Reina del Cielo), quien instituyó en 1954 un día dedicado a celebrar a María como reina de todo lo creado.
En 1997, el Papa San Juan Pablo II, con motivo de esta celebración, señalaba: “La devoción popular invoca a María como Reina. El Concilio, después de recordar la asunción de la Virgen «en cuerpo y alma a la gloria del cielo», explica que fue «elevada (…) por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte»
El Papa Benedicto XVI en el día de María Reina del año 2012 dijo: “[María] es Reina precisamente amándonos y ayudándonos en todas nuestras necesidades, es nuestra hermana y sierva humilde».
En el año 2021, el Papa Francisco, a través de Twitter, expresó: “En María se alcanza la meta y tenemos ante nuestros ojos la razón por la que caminamos”
A María, desde hace siglos, se la invoca como celestial Reina de los cielos; en las letanías lauretanas se le implora como Reina de los Ángeles, de los Patriarcas, de los Profetas, de los Apóstoles, de los Mártires, de los Confesores, de las Vírgenes, de todos los Santos y de las Familias».
El título de reina es un título de confianza, de alegría, de amor. En nuestra oración no dejemos de dirigirnos a ella con plena confianza. María intercederá por nosotros ante su Hijo. Mirándola a ella, imitemos su fe, su disponibilidad plena al proyecto de amor de Dios, su acogida generosa de Jesús. Aprendamos a vivir como María. María es la Reina del cielo cercana a Dios, pero también es la madre cercana a cada uno de nosotros, que nos ama y escucha nuestra voz.
María Virgen
Agradecemos a Cristina Losada, la reflexión sobre nuestra Buena Madre como Virgen.
La Iglesia afirma la doctrina de la virginidad perpetua de María. Esto significa que ella fue siempre virgen: antes, durante y después de dar a luz a Jesucristo. Pero ¿qué implica que María sea virgen? Por un lado, está directamente relacionado con el nacimiento virginal de Jesús. Esto es un signo de que Jesús es verdaderamente Hijo de Dios por naturaleza -de ahí que no tenga un padre humano-, al mismo tiempo que es verdadero hombre nacido de mujer (Gal 4,4).
Sabemos que Jesús fue concebido sin intervención de varón gracias a los dos primeros capítulos de los evangelios de San Mateo y de San Lucas: “lo concebido en ella viene del Espíritu santo”, dice el ángel a San José (Mt 1,20); y a María que pregunta “¿Cómo será eso pues no conozco varón?” el ángel le responde: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra…” (Lc 1,34-35)”.
Por otro lado, la virginidad de María es además signo de su fe sin sombra de duda y de su entrega plena a la voluntad de Dios ✝. María se entrega en alma y cuerpo a Dios. Le ofrece libremente lo más preciado que tenía una mujer de Israel en aquella época, su virginidad y consecuentemente su renuncia a la maternidad. Se fía completamente de Él y descubre que el Señor ha transformado su renuncia en riqueza: será la Madre virgen del Hijo del Altísimo. Más tarde descubrirá también que su maternidad está destinada a extenderse a todos los hombres que el Hijo ha venido a salvar.
Gracias Madre mía, por tu compromiso y tu renuncia a ser madre de unos pocos, para convertirte en madre de la humanidad. Gracias por mostrarnos el camino a una entrega sin límites.
María, hija de Dios
Agradecemos a Marianna Gallo, la reflexión sobre nuestra Buena Madre como Hija de Dios.
Cuando nos fijamos en la figura de María, la asociamos de inmediato al concepto de madre. La Virgen acepta el plan de Dios, que la elige para que sea la madre de su Hijo, y en ese momento se convierte también en la madre de todos. Así es como la vemos la mayoría de las veces: como madre, llena de ternura, que nos guía, nos ayuda y nos cuida.
Sin embargo, no debemos olvidar que, aparte de ser madre, María también es, como todos los seres humanos, Hija del Padre. Ella se encomienda a Dios Padre, para que la guíe, la proteja y le dé fuerza para hacer su voluntad. La Virgen confía en Él plenamente, y por eso su relación filial con Dios es tan fuerte: no solo es hija, sino que es la “hija predilecta del Padre” (Cf. LG 53). Este vínculo tan intenso entre Dios Padre y la Virgen María hace que ella sea la elegida para convertirse en la Madre del Hijo de Dios.
Gracias a su fe en el plan de Dios y a su confianza plena y sin condiciones, ella es capaz de decir el gran “SÍ” que cambia la historia. A pesar de tener miedo al futuro, María acepta la propuesta de Dios: si su Padre le pide emprender ese camino, es porque es un camino que lleva al bien.
En este mes de mayo, acordémonos de mirar a María no solo como madre, sino también como Hija, para que nos ayude a tener su confianza sin límites en Dios Padre y para que, en los momentos de inseguridad, sepamos encomendarnos a Él como hizo ella.