Caminando juntos… en la fe, con esperanza, desde el amor… como comunidad parroquial
Cada martes del curso 2024-2025, publicaremos una entrada que podría fomentar la reflexión y el crecimiento de nuestra vida espiritual, ayudando a mantenerla viva en el día a día:
La vocación: descubriendo la llamada de Dios en tu vida
En la vida de todo cristiano surge una pregunta fundamental: ¿Cuál es el designio que Dios tiene para mí? Esta pregunta nos conduce al maravilloso descubrimiento de nuestra vocación, una llamada de Dios que da sentido y dirección a nuestra existencia. Discernir esta llamada es más que una decisión personal; es un encuentro profundo con el amor y la voluntad de Dios, quien nos invita a confiar, escuchar y servir.
La vocación, un regalo de amor personal de Dios
Dios nos llama de una manera única y personal. No importa cuál sea nuestro camino en la vida, cada uno de nosotros tiene una misión especial diseñada por Él, porque somos hijos amados y creados con un designio. Descubrir nuestra vocación es un acto de fe y confianza en el plan de Dios, sabiendo que aquello a lo que nos llama está impregnado de su amor y nos conduce a la plenitud. Como nos recuerda el profeta Jeremías: «Yo sé muy bien los planes que tengo proyectados sobre vosotros —oráculo del Señor—: planes de prosperidad y no de desgracia, para daros un futuro y una esperanza» (Jer 29, 11). Nuestra llamada no es una carga, sino un regalo que da sentido a nuestra vida.
El discernimiento, un camino de encuentro con Dios
Discernir nuestra vocación no es algo que hacemos solos. Es un diálogo constante con Dios que requiere oración, escucha y apertura del corazón. Muchas veces buscamos respuestas rápidas, pero Dios nos invita a caminar despacio, dejando que su luz ilumine cada paso. Es en el silencio del corazón donde el Espíritu Santo nos susurra las señales que guían nuestro camino. La oración es el espacio privilegiado para este encuentro, como María, que «guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc 2, 19). A través de la oración, los sacramentos y el consejo de personas sabias, podemos afinar nuestra capacidad para escuchar su voz.
La vocación como servicio a los demás
Nuestra vocación no se trata solo de nosotros mismos, sino también de los demás. Responder a la llamada de Dios nos transforma en instrumentos de su amor y de su gracia en el mundo. Ya sea en la vida consagrada, el matrimonio, el sacerdocio o una misión específica en nuestra vida profesional o personal, la vocación nos invita a vivir en comunión y servicio. Jesús nos dejó el ejemplo más perfecto de vocación al servicio cuando dijo: «El Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir» (Mt 20, 28). En este sentido, nuestra vocación nos lleva a construir el Reino de Dios, sirviendo con amor, alegría y entrega.
En este camino, no tengas miedo de preguntar a Dios: «Señor, ¿qué quieres de mí?». Él siempre responderá con paciencia y ternura. Su llamada, aunque a veces parezca desafiante, siempre estará acompañada de su gracia para que podamos vivirla con plenitud. Descubre tu vocación, abrázala con confianza y déjate sorprender por el amor infinito que Dios tiene reservado para ti.