Caminando juntos… en la fe, con esperanza, desde el amor… como comunidad parroquial

Los martes del curso 2024-2025, publicaremos una entrada que podría fomentar la reflexión y el crecimiento de nuestra vida espiritual, ayudando a mantenerla viva en el día a día: Las cartas de San Pablo: enseñanzas para hoy

Cada vez que abrimos la Palabra de Dios, descubrimos que la voz del Espíritu sigue viva. No se trata solo de un texto antiguo, sino de un encuentro real con Aquel que nos habla al corazón. Al sumergirnos en las cartas de San Pablo, no solo accedemos a la historia de las primeras comunidades cristianas, sino que entramos en diálogo con una fe apasionada, tejida entre luces y sombras, búsquedas y certezas, dudas y entrega total. Pablo no escribe desde la teoría, sino desde la experiencia transformadora de Cristo en su propia vida. Y eso nos toca. Porque también nosotros seguimos caminando, deseando que nuestra fe sea cada vez más viva, más encarnada, más luminosa.

La fe como camino compartido

San Pablo no entendía la fe como algo aislado, íntimo y desconectado del mundo. Cada carta suya nace del amor a las comunidades, del deseo profundo de sostenernos unos a otros en la esperanza. Y eso sigue siendo una urgencia hoy. Necesitamos comunidades vivas, donde nos ayudemos a discernir, a perseverar, a confiar. En su carta a los Gálatas nos recuerda: “Llevad los unos las cargas de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo” (Gál 6,2). Estas palabras nos invitan a mirar a nuestro alrededor y preguntarnos: ¿a quién acompaño? ¿Quién me sostiene a mí? Porque la fe crece cuando se comparte, cuando se hace cuerpo en la vida concreta. No estamos solos, y eso cambia todo.

Cristo en el centro de la vida

Pablo no se cansa de repetirlo: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Gál 2,20). Su vida entera gira en torno a esa certeza. Para él, Cristo es el centro, la fuente, el horizonte. Y cuando eso sucede, todo cobra un sentido nuevo. Nuestras heridas se convierten en camino de redención, nuestras caídas en ocasión de misericordia, nuestras búsquedas en encuentros. Vivir con Cristo no nos aleja del mundo: nos enseña a habitarlo de otra manera, con una mirada renovada, más compasiva, más libre, más entregada. Nos enseña a ser presencia viva del Evangelio en lo cotidiano.

La alegría de anunciar con audacia

Hay algo en Pablo que conmueve: su valentía. A pesar de las persecuciones, de las dificultades, de sus propias debilidades, nunca deja de anunciar el Evangelio con pasión y alegría. Nos recuerda que evangelizar no es tarea de algunos, sino llamada para todos. Cada gesto, cada palabra, cada silencio puede ser semilla del Reino. En un mundo que a veces pierde el rumbo, nosotros estamos llamados a ser faros, a ser testigos de que el Amor sigue actuando, de que el Evangelio sigue teniendo fuerza, de que la vida con Cristo es vida en plenitud.

Que las cartas de San Pablo nos ayuden a redescubrir la belleza de una fe vivida en comunidad, centrada en Cristo y abierta al mundo. Y que su ejemplo nos impulse a seguir caminando con alegría, dejando que nuestra vida también se convierta en carta abierta del amor de Dios para quienes nos rodean. Como él mismo decía: “Vosotros sois una carta de Cristo, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo” (2 Cor 3,3).