Seguimos rezando y reflexionando con letanías dedicadas a María, Nuestra Madre.
Hoy compartimos una reflexión de Virginia Conde Higuera, feligresa de nuestra parroquia, sobre María, salud de los Enfermos.
María Madre, salud de los enfermos
María sobre todo madre, modelo de cuidadora. Dios todopoderoso se deja gestar por ella, amamantar, acunar, asear…
¿No somos nosotros infinitamente más pequeños que Dios? ¿Cuántas veces arrastramos nuestras debilidades, heridas, nuestras dolencias físicas y mentales, nuestras incapacidades y discapacidades? Sufrimos en la soledad autosuficiente y no somos capaces de pedir ayuda, de dirigir nuestra súplica al auténtico consuelo.
La OMS define salud, no como la ausencia de enfermedad, sino como un estado completo de bienestar físico, mental y social. ¿Cuántas veces no estamos sanos a lo largo de nuestra vida? La pérdida de la salud o la ausencia de salud íntegra es inherente a la vida, nos acompaña en nuestra aventura vital. El ser humano necesitado de cuidados y agente, a su vez de cuidados.
María, madre atenta y solicita a las necesidades de Jesús, niño pequeño y vulnerable. También es capaz de seguir a Jesús adulto en un plano silente. Nunca desentendida de su maternidad. Su presencia, como pilar “discreto en la vida pública de Jesús”; seguramente sin entender lo que hacía su hijo, pero atenta y vigilante. Cuantas veces estaría preocupada por la “mala vida” que llevaba Jesús, las largas caminatas, malcomiendo o maldurmiendo; acercándose a enfermos impuros, tullidos y leprosos. Cuantas veces lo vería, con preocupación, subirse a las barcas en el mar de Tiberíades. Y ni que decir tiene de los insultos y las amenazas que recibía, incluso de muerte.
El dolor de madre no la paralizó, tampoco camino del calvario, con el corazón roto, crucificada ella también. Soportando lo insoportable, la tortura del hijo de sus entrañas. Pudo haberse derrumbado, pero se mantuvo firme a los pies de la cruz.
Todavía sacó fuerzas para recoger, también, en silencio obediente, la encomienda de maternidad universal: “Cuando Jesús vio a su madre y junto a ella al discípulo a quién él quería mucho, dijo a su madre: Mujer ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Desde entonces, aquel discípulo la recibió en su casa”. (Jn 19,26-27). Todos tenemos en mente, pues la iconografía que es muy rica, en imágenes de la Piedad. El cuerpo maltratado e inerte de Jesús en brazos de la Madre.
No seamos desagradecidos y “hombres de poca fe”. Acojamos la vida como regalo, aparentemente tan imperfecto, con enfermedades, algunas tremendas, difíciles de entender y sobrellevar.
Agradezcamos la vida.
Agradezcamos el amor que Dios nos tiene.
Agradezcamos la humanidad de Jesús.
Agradezcamos y confiemos en los cuidados maternales que el Señor nos proporciona de manos de María.
Agradezcamos y confiemos en la intercesión de María por nuestra salud y la de todos los enfermos.
No nos olvidemos nunca de su presencia discreta y eficaz, como en las bodas de Caná: “En esto se acabó el vino, y la madre de Jesús le dijo: Ya no tienen vino. Jesús le contestó: Mujer, ¿por qué me lo dices a mí? Mi hora aún no ha llegado. Dijo ella a los que estaban sirviendo: Haced lo que Él os diga». (Jn 2, 3-5)
Hagamos lo que Él nos diga.
Agradecemos a Virginia Conde Higuera por haber compartido con nosotros sus palabras dedicadas a la Madre de Dios, María Salud de los Enfermos.