Este mes de octubre es un mes mariano, como es también el mes de mayo, y la Iglesia nos anima a acordarnos de nuestra Madre con una oración tan bella como el rezo del Rosario.

El día 7 de octubre se celebra la Virgen del Rosario porque se agradece su intercesión en la victoria de la Batalla de Lepanto y el origen del rezo del Rosario se remonta al querer popular que se tiene a la Virgen y su Hijo.

Cuando queremos a alguien lo demostramos con palabras de cariño, halagos y frases que pueden parecer muy repetidas, pero que decimos todos los días y que cada día renuevan nuestro amor hacia quien las recibe. Pues lo mismo hacemos con la Virgen: rezar el Rosario todos los días es renovar ese amor a nuestra Madre, es acordarse todos los días de ella y quererla como se merece.

Cada día de la semana el Rosario nos invita a meditar escenas de la vida de Virgen María y de su Hijo, y recordar con cada Ave María momentos gozosos como la Encarnación y el Nacimiento; momentos gloriosos como la Asunción de María al cielo y la Resurrección y Ascensión del Cristo; momentos dolorosos como el Calvario y crucifixión de Jesús; o momentos luminosos como El Bautismo y la institución de la Eucarística.

En las letanías que ponen broche a esta oración decimos muchísimas cualidades de la Virgen como Madre, Virgen, Reina, y la invocamos como intercesora de nuestras necesidades.

El Rosario es una oración sencilla, y no por eso sin valor, que podemos hacer mientras conducimos o vamos al trabajo, mientras hacemos deporte o vamos paseando, en casa o en la parroquia con la comunidad, que podemos rezar solos, o con alguien, o en familia.

¡Ojalá este mes de octubre todos aumentemos nuestro amor a la Virgen con el rezo del Rosario algún día, o todos los días, o rezándolo con más devoción, … que queramos más y mejor a nuestra Madre del cielo!

Dª Raquel Gil