Continuamos con la entrega nº 4: ‘Oración de alabanza’. En esta ocasión un miembro del grupo de renovación carismática nos contará qué es la oración de alabanza, y a continuación también desde el grupo renovación carismática compartirán su experiencia.
Entrega nº 4. ¿Qué es la oración de alabanza?
En palabras de San Agustín: “La alabanza es el comienzo y el fin de nuestra relación con Dios”.
Necesitamos aprender a vivir en alabanza. Vivir en alabanza es algo que debemos cultivar y cuidar como se cuidan las cosas más valiosas de la vida, las que de verdad merecen la pena. Alabar a Dios es deleitarnos en Él, no es buscar nuestro interés, sino ensalzar la obra maravillosa que realiza en nuestras vidas cada día.
El Espíritu Santo de Dios nos enseña a entrar en su presencia. Nuestro corazón se vuelve más y más a contemplar el rostro de Jesús y lo ama más cada día. Él pasa a estar en primer plano y así reconocemos que, alabando su obra, todos los momentos de nuestra vida serán bendición suya.
La alabanza a Dios tiene como primer fruto el desplazar al hombre del centro de la escena, del protagonismo, para ponerle a Él en medio. Volvemos nuestro corazón a Él para dejarnos iluminar por su luz tanto en nuestra relación personal e íntima con Él como durante la alabanza en comunidad. Cuando nos reunimos para alabarle en comunidad también lo hacemos con cantos y con bailes que nacen de nuestro propio corazón como también lo hacía el rey David y que eran de tanto agrado para Dios.
Y alabamos a Dios por todo, por lo que nos gusta y por lo que no nos gusta, y reconocemos sus sabias acciones por las que nos sentimos agradecidos con Él confiando plenamente en el amor que, como Padre, tiene por sus hijos. En la alabanza reconocemos que la mayor felicidad que encontramos son esos pequeños momentos de amor inexplicables que sólo vivimos con Dios.
Entra en tu habitación y haz un tiempo de alabanza y adoración con sinceridad y desde el corazón, invoca al Espíritu Santo, escucha al Señor, reconoce tu pequeñez y admira la incomparable obra de sus manos. Tu vida se transformará en una alabanza de su gloria.
Desde el grupo Renovación Carismática nos ofrecen una experiencia sobre la oración de alabanza:
Cuando conocí la oración de alabanza gracias a la RCCE, mi vida espiritual cambió. Y no solo por los cantos alegres, los bailes y las palmas, sino porque el Espíritu Santo pone en mi corazón una oración espontánea que mis labios no pueden dejar de expresar.
La alabanza abre la puerta para que nuestro espíritu se abra a la presencia del Señor. Es una oración de abandono, de confianza absoluta en el Señor. Yo quedo en un segundo plano. Le doy al Señor el control de mi vida. Me siento pequeña entre sus amorosos brazos, y desde luego, mis problemas y cargas las » dejo fuera». Jesús es el REY y SEÑOR de mi vida. La alabanza abre mi corazón para que yo pueda acoger mejor Su palabra y escuche mejor Su voz. Reconozco Su Grandeza y Su Majestad, y mi corazón y mi boca no encuentran adjetivos suficientes para cantar Su alabanza por lo que el Espíritu Santo viene a ayudarme a veces con oración en lenguas. Desaparecen mis incertidumbres y mis miedos y mi vida se llena de la alegría y la paz que solo Dios puede darme. Renueva mi esperanza y siento sanación espiritual y una lluvia de bendiciones sobre mí. La alabanza produce unión en la comunidad, se derraman los dones y carismas el Espíritu Santo derrama sobre nosotros. Durante la alabanza siento como si se abrieran las puertas del cielo y yo alabara junto a los ángeles y a los santos. En el cielo todo serán alabanzas al Señor. Cuando acaba mi alabanza sigo con los mismos problemas de antes. Pero puedo acogerlos de otra manera, ya que forman parte del plan de Dios para mí. Muchas veces no los entiendo y pido ayuda al Espíritu Santo. Él sabe más. Os animo a que alabéis al Señor en todo momento y en toda circunstancia de vuestras vidas. Que mi boca cante tu alabanza Señor y que mi vida sea una alabanza de gloria para Ti.
Gloria a DIOS
Nota: Todas las entregas las podrás ir encontrando en el siguiente enlace: Año de la oración