Continuamos con la entrega nº 5: ‘Oración de simple presencia’. En esta ocasión un miembro del grupo de jóvenes nos contará qué es la oración de simple presencia, y a continuación un feligres de nuestra comunidad parroquia compartirá  su experiencia.

Entrega nº 5. ¿Qué es la oración de simple presencia?

La oración de simple presencia se trata de una forma sencilla de orar, sin demasiados materiales o adornos. Consiste en estar en presencia de Dios haciendo silencio interior, centrándose en amar a Dios, pero sobre todo en dejarse amar por Él.

Este tipo de oración se suele dar cuando la oración comienza a ser más madura, cuando no hacen falta las palabras, solamente es necesario estar.

La oración de simple presencia es un mirarse cara a cara con el Amado. Es conectar corazón con corazón y descansar en paz.

Tratando de hacer una similitud, podríamos decir que es como cuando se llega al amor maduro en unos novios o en un matrimonio; las dos personas pueden estar juntas, sin hablar, sencillamente descansan la una en la otra, reposan el alma porque se saben en casa; porque cuando el amor es maduro disfrutas de ese amor, del simple respirar, de latir a un mismo ritmo.

El amor recibido de Dios acalla todas las voces de la cabeza y del corazón; y al saberse amado incondicionalmente, uno solo es capaz de recibirlo con la más sincera ternura, tratando de responder y escuchar toda la avalancha de gracia que atraviesa el corazón como una lanza. Es verse sumergido e inundado por la misericordia y el amor de Dios.

Desde la comunidad parroquial un feligrés nos ofrece una experiencia sobre la oración de simple presencia:

La verdad, no sé si hago oración “de simple presencia”, pero eso dicen.

Algo sí se le parece. Para mi es como cuando estás con alguien a quien quieres, llega un momento en el que no es necesario decir nada, o quizá no tienes nada que decir que no hayas dicho ya, así que simplemente estás ahí, para que te vea y para ver.

Que nadie dude que en muchas ocasiones terminas diciendo algo, aunque la mayoría del tiempo no verbalizas. Es como cuando dices de alguna sensación que “es que es muy difícil de explicar”. Pues efectivamente, es muy difícil de explicar pero quien ha experimentado lo mismo sabe perfectamente a qué te refieres sin apenas decir nada. Y delante de Él, siempre va a saber que es lo que estás experimentando y sabe entenderlo sin decir nada, aunque supongo que agradece igual que intente explicárselo.

Otras veces es como admirar un gran paisaje, no estás contando los árboles o intentando adivinar de qué especie son los pájaros que vuelan de uno a otro. Pues no, simplemente admiras. Eso hago. A veces me pregunto si Jesucristo pensará aquello de “que hacéis ahí pasmados mirando al cielo”, pero antes de ir a Galilea me parece justo estar ahí un ratito “como pasmado” pero sin estarlo, admirando, viendo y dejando que me vea.

 

Nota: Todas las entregas las podrás ir encontrando en el siguiente enlace: Año de la oración