Continuamos con la entrega nº 10: ‘Orar con el canto’. En esta ocasión un miembro de uno de los coros comparte con nosotros qué es orar con el canto y un miembro del equipo de comunicación nos comparte su experiencia.

Entrega nº 10. ¿Qué es orar con el canto?

La oración cantada tiene una relación clara entre la música y la oración y es tan antigua como la propia oración.

Es importante decir que el propio ser humano ha integrado la música en su vida como una forma de superar lo físico y lo terrenal para acercarse a Dios de una manera más cercana y pura.

En la oración propiamente dicha es la música la que completa al texto, lo ensalza y le da la capacidad de expresar sentimientos y emociones que superan a las propias palabras. Con el canto la oración transciende a la palabra y accedemos al significado más profundo del texto orado. Es importante decir que la música ayuda a interiorizar la oración gracias a los cantos breves utilizados en esta, ya que se repiten grabándose así más fácilmente en la memoria y en el corazón. Después estos cantos brotan en los momentos más cotidianos e inesperados de la propia vida. Es el elemento musical de la oración el que ayuda a que la oración reaparezca a lo largo del día con más frecuencia y fuerza que si esta fuese solo palabras. Para conseguir esto la oración continua acompaña los breves textos con melodías sencillas y bellas. Estas melodías, adecuadas tanto para niños como para adultos, ayudan a memorizar los textos de una manera más sencilla.  Además, la música tiene la cualidad de reaparecer en la mente trayendo consigo el texto y la propia oración. Así la oración no se queda en algo puntual, sino que continúa, sale de la capilla y acompaña durante todo el día pudiendo llevar esa oración a los demás, no solamente dentro de la comunidad parroquial, sino ser enviados fuera a llevar el mensaje de Jesús a través de la oración y la música. No es la música un complemento decorativo y gratuito de la oración, sino que es un componente indispensable para la formación de la propia oración.

Además, el canto de la oración no solo posibilita la oración personal e individual, sino que también potencia la oración colectiva, dentro de la propia comunidad parroquial. Al cantar un mismo canto al unísono crece el sentimiento de unidad en la comunidad que reza junta. La oración se hace en comunión con el otro, con la misma voz, melodía y ritmo. Cuando la comunidad canta se forma una atmósfera de oración especial que todo lo inunda y que ayuda a orar al que tenemos al lado. Cuando la comunidad canta se siente la presencia de Dios.

Para conseguir crear este ambiente de oración colectiva y profundizar en una oración continua efectiva es necesario conocer los cantos y atender a la calidad de los mismos. Un cuidado especial de la música como parte imprescindible de la oración conducirá a una mayor eficacia de esta. Así la música será una ayuda en la oración y se cumplirá en nosotros aquello que san Agustín afirmaba: “Quien canta, reza dos veces”.

Desde el equipo de comunicaión nos ofrecen una experiencia sobre orar con el canto:

Mi experiencia personal con la oración cantada ha sido profundamente transformadora y enriquecedora. El canto, en su capacidad para tocar el corazón y elevar el espíritu, ha jugado un papel crucial en mi vida de oración, proporcionándome consuelo, alegría y una comunión íntima con Dios.
Recuerdo con especial claridad una vigilia de adoración en la que participaba con la comunidad parroquial. La iglesia estaba a media luz, con velas parpadeantes creando una atmósfera de recogimiento y paz. Comenzamos a cantar «Alabaré», un himno lleno de júbilo y alabanza. A medida que las voces se unían en armonía, sentí una paz inmensa y una cercanía especial con Dios. Cada palabra cantada resonaba profundamente en mi corazón, como si cada nota me transportara más cerca de su presencia. Fue un momento de pura comunión con Cristo, donde el canto se convirtió en una oración vivida y sentida, una ofrenda de alabanza que nacía desde lo más profundo de mi ser.
En momentos de tristeza y angustia, el canto también es mi refugio. Recuerdo una ocasión particularmente difícil, cuando estaba abrumada por la ansiedad y la incertidumbre. Me encontraba sola en casa y decidí poner una canción mariana muy querida para mí: el «Ave María» de Schubert. A medida que la melodía fluía y las palabras de la oración llenaban el aire, sentí una oleada de consuelo y esperanza. Cantar esta oración, aunque fuera en voz baja, me hizo sentir acompañada por la Virgen María, como si ella estuviera allí, sosteniéndome y dándome fuerzas para seguir adelante. Fue una experiencia de comunión espiritual que me ayudó a recordar que no estaba sola, que Jesucristo y María estaban conmigo en esos momentos de prueba.
La oración cantada también ha sido una fuente de alegría y celebración. En las misas dominicales, cantar los himnos de alabanza junto con la comunidad parroquial me llena de gozo. Es una oportunidad para expresar gratitud y alabar a Dios por todas sus bendiciones. Durante el canto del «Gloria», siento una alegría contagiosa que eleva mi espíritu y me une con los demás fieles en una sola voz de alabanza. Esta experiencia comunitaria refuerza el sentido de pertenencia y la conciencia de que somos una familia en la fe, unidos en nuestra devoción y amor por Dios.
Además, la música ha sido un medio para meditar y reflexionar sobre las Escrituras. Cantar los Salmos, por ejemplo, me permite interiorizar sus palabras de una manera más profunda y personal. Al entonar el Salmo 23, «El Señor es mi pastor, nada me falta», encuentro una paz y una confianza renovadas en la providencia de Dios. La repetición melódica de estas palabras me ayuda a grabarlas en mi corazón y a vivir con mayor confianza y esperanza.
La oración cantada ha sido y sigue siendo una experiencia espiritual profundamente significativa en mi vida. A través del canto, he encontrado una manera de expresar mis emociones más profundas, de conectar con Dios y de sentir su presencia de una manera reconfortante. Ya sea en momentos de alegría o de tristeza, el canto me ha permitido acercarme más a Dios, recordándome siempre que en la oración cantada, encuentro un camino directo a su corazón.

 

Nota: Todas las entregas las podrás ir encontrando en el siguiente enlace: Año de la oración