Los orígenes de esta fiesta hay que buscarlos en el escrito apócrifo «Protoevangelio de Santiago». Según este documento, María habría sido presentada en el Templo a la edad de tres años.

Hoy María se manifiesta abiertamente en el Templo de Dios, y anuncia anticipadamente a Cristo a todo el mundo.

Históricamente, el origen de esta fiesta fue la dedicación de la iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén, en el año 543.

La Iglesia desea destacar no el acontecimiento histórico en sí, del que no hay rastro en los Evangelios, sino el don total de sí misma que, en la escucha – «Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la guardan»-, preparó a la joven de Nazaret para convertirse en «templo del Hijo».

María en el Templo. Toda su belleza y su gracia —estaba llena de hermosura en el alma y en el cuerpo— eran para el Señor. Éste es el contenido teológico de la fiesta de la Presentación de la Virgen. Y en este sentido la liturgia le aplica algunas frases de los libros sagrados: en el tabernáculo santo, en su presencia, le di culto, y así me establecí en Sión. En la ciudad amada me dio descanso, y en Jerusalén está mi potestad. Arraigué en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad (Sir 24, 15-16).

¡Virgen María niña,

ruega por nosotros!

Oración por la Presentación de la Virgen María

Santa Madre María,
tú que desde temprana edad
te consagraste al Altísimo,
aceptando desde una libertad poseída
el servirle plenamente
como templo inmaculado,
tú que confiando en tus santos padres,
San Joaquín y Santa Ana,
respondiste con una obediencia amorosa
al llamado de Dios Padre,
tú que ya desde ese momento
en el que tus padres te presentaron en el Templo
percibiste en tu interior
el profundo designio de Dios Amor;
enséñanos Madre Buena
a ser valientes seguidores de tu Hijo,
anunciándolo en cada momento de nuestra vida
desde una generosa y firme respuesta al Plan de Dios.
Amén.