Iniciamos agosto con la convivencia de fin de curso de los grupos de jóvenes.
Después de mucho pensar y discernir dónde y qué hacer nos hemos ido 4 días, del 4 al 7 de agosto, a la montaña Palentina. Exactamente a la Abadía de Lebanza (perteneciente a la diócesis de Palencia).
Nos fuimos con el corazón lleno de expectativas a compartir Fe y Vida.
Iniciamos la experiencia el jueves 4 de agosto Alejandra, Eva, María, Marianna, Alba, José, Juan, Pilar y nuestro guía y pastor durante el viaje: César.
Visitamos Palencia, descubriendo el Cristo del Otero (uno de los más altos del mundo), la belleza de su catedral, la paz de sus calles y la sencillez de su gente.
Continuamos viaje hacia nuestro destino pasando por Espinosa de Villagonzalo para recoger a Almudena, una de nuestras jóvenes. Al llegar a Cervera se unió al grupo Alberto.
Avanzada la tarde la Abadía de Lebanza nos acogió alegremente y tras limpiar, instalarnos y preparar la cena tuvimos un rato largo de oración compartiendo nuestros deseos, objetivos y sueños para esos 4 días.
La temperatura tan fresca y la inexistencia de cobertura para el móvil nos hizo descansar plácidamente amenizados por el sencillo mugir de las vacas.
A la mañana siguiente iniciamos el día dando gracias a Dios y recibiendo a Andrea y Nacho que habían madrugado para estar desde el amanecer con todo el grupo.
Ese día nos esperaba la vuelta a los pantanos del norte de Palencia con una dinámica sobre el redescubrir a Cristo. Fuimos parando en maravillosos lugares para reflexionar y compartir.
Llegamos a Camporredondo donde nos esperaba una rica paella en la casa del Abuelo. La hermana de nuestro sacerdote, César, nos abrió su casa invitándonos a café y un delicioso helado. Allí se unieron al grupo Mariángeles, Ángel y su hija Elena, la estrella de nuestra convivencia.
Por la noche, ya de vuelta a la Abadía mientras preparábamos la cena llegaron Luis, Tola, Pedro, Javi y Hugo, siendo desde ese momento 20 jóvenes en el grupo.
Terminamos el día dando gracias a Dios y, los más valientes, observando las estrellas que se veían con gran claridad.
A la mañana siguiente de nuevo nos reunimos para dar gracias a Dios por el nuevo día.
Desayunamos e iniciamos una reflexión por grupos sobre la vida de 4 Santos españoles (san Isidro, san Francisco Javier, san Ignacio de Loyola y santa Teresa de Jesús) descubriendo qué mensaje nos dejaban para nuestra vida .
Los 5 integrantes del grupo de “muy jóvenes” fueron nuestros guías.
Terminamos la mañana compartiendo el significado de la oración con el ejemplo de Santa Teresa de Jesús.
Como familia que somos distribuimos tareas (preparar la comida, el comedor, cuidar a Elena,…) y así disfrutamos de una comida sensacional.
Tuvimos un rato de descanso y al inicio de la tarde, en trabajo personal, escribimos nuestra carta a Dios con total confianza y sinceridad.
Ya en la capilla surgió un diálogo precioso y lleno de discernimiento eclesial para darnos cuenta que no somos perfectos hablando de la comunidad y la acogida, pero tenemos claro que queremos avanzar y seguir construyendo comunidad para en todo “amar y servir”.
Terminamos la tarde celebrando en el campo la Eucaristía sintiendo que estábamos como Jesús con sus discípulos en el día de la Transfiguración.
Ya por la noche tuvimos una oración cargada de significado y viendo donde queremos ser luz para los demás. Luego compartimos nuestros grandes talentos en una fiesta muy amena, sencilla, participativa y, sobre todo, llena de risas.
Ese día descansamos menos pero felices de transmitir la alegría de la juventud.
Y llegó el domingo madrugando un poco más para hacer la oración, desayunar y dejar la Abadia limpia y reluciente. Nos hicimos la foto de familia y nos fuimos al Santuario de la Virgen del Brezo donde fue ordenado de sacerdote nuestro vicario parroquial, César. Allí celebramos la Eucaristía con la gente de los pueblos de alrededor, Joan nos explicó la historia del Santuario y nos ofrecieron la hospedería para comer tranquilamente.
Y con el corazón lleno de agradecimiento iniciamos el viaje de regreso a casa. Dejamos en Saldaña a Almudena, visitamos la ermita de la Virgen del Valle y continuamos camino.
Cuando llegamos a Villalba agradecimos la gran oportunidad que el Señor nos ha dado de sentirnos comunidad-familia habiendo compartido estos cuatro increíbles días.
Solo queda decir que estamos dispuestos a RENACER para continuar afianzando nuestra Fe y dar testimonio de la alegría del Evangelio.
Gracias a todos por lo compartido; gracias por lo vivido; gracias por la conexión con el resto de la comunidad a través de la oración; gracias por tanto bien recibido.
Seamos Luz para RENACER cada día.
Todas las fotos de esta maravillosa experiencia de… Renacer puedes ver pinchando en la imagen 👇👇👇