Los Sacramentos son instrumentos que nos dejó Jesucristo para ayudarnos a llegar al Cielo más fácilmente. Entre los siete sacramentos tenemos el de la Confesión o Reconciliación que es el Sacramento mediante el cual Dios nos perdona los pecados cometidos después del Bautismo y con su perdón recuperamos la vida de gracia, que es lo mismo que decir que recuperamos la amistad con Dios.
Una de las mayores bendiciones que fluyen del sagrado corazón de Jesús es su misericordia en el sacramento del perdón. “Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” dichas por el sacerdote en el sacramento del perdón son palabras que producen paz, alegría y esperanza.
A muchas personas les cuesta confesarse porque lo vinculan a la tristeza y esto no es correcto, porque en el sacramento de la confesión se produce una gran alegría ya que somos abrazados por Dios a pesar de nuestras faltas.
Debemos confesarnos cada vez que caigamos en pecado grave o por lo menos una vez al año durante el tiempo de Pascua. Pero es aconsejable confesarse con frecuencia ya que así fortalecemos nuestra alma para resistir la tentación y nos acercamos más a Dios.
Se comete un pecado grave cuando se cumple con tres características:
- Materia grave (lo que se va a hacer es algo importante)
- Pleno conocimiento (se sabe que es malo lo que se va a hacer)
- Pleno consentimiento (se elige libremente hacerlo)
Los mas grandes pecadores pueden convertirse en grandes santos si confían en la misericordia de Dios. Lo que más hiere a Jesús no son los pecados, sino la falta de confianza en su misericordia.
👉Te animamos a participar en el acto penitencial que celebraremos el miércoles 20 de diciembre a las 19:45h.