En la Iglesia celebramos la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José el domingo después de Navidad, un día para reflexionar sobre el ejemplo que esta familia santa ofrece a nuestras vidas. Desde su institución en Canadá y su adopción por toda la Iglesia en 1920, esta fiesta nos invita a mirar a Nazaret como escuela de amor, unidad y fe en medio de los desafíos de la vida.
«Familia, fuente de esperanza» es el lema que ilumina la celebración de este año, en sintonía con el Jubileo de la Esperanza, inaugurado el 24 de diciembre. Los obispos nos recuerdan que la familia es una comunidad que une a las personas con la sociedad, un espacio de amor, reciprocidad y fecundidad donde se construye el futuro y se encuentra consuelo en tiempos de dificultad.
La Sagrada Familia nos enseña que la esperanza nace en lo cotidiano, en los pequeños gestos de amor y cuidado mutuo. María y José enfrentaron retos como el exilio y la incertidumbre con una confianza plena en Dios. Su vida nos anima a vivir nuestra fe con valentía, recordándonos que las familias cristianas están llamadas a ser testimonio de misericordia, solidaridad y cuidado del otro, especialmente en los momentos de crisis.
La Sagrada Familia nos inspira en nuestro día a día como ejemplo de:
- Amor incondicional: María y José acogieron con confianza el plan de Dios, aunque no siempre entendieran el camino. En ellos vemos un amor que se entrega sin reservas, buscando siempre el bien del otro.
- Confianza en Dios: A pesar de las incertidumbres, como el viaje a Belén, la huida a Egipto o los años de vida oculta en Nazaret, vivieron apoyados en la providencia de Dios, recordándonos que nunca estamos solos.
- Unidad en la misión: Cada miembro de la Sagrada Familia vivió plenamente su vocación: María como Madre del Salvador, José como protector fiel y Jesús como el Hijo obediente que crecía “en sabiduría, en estatura y en gracia” (Lc 2, 52).
Este día es una oportunidad para fortalecer los lazos familiares, redescubrir el don de la esperanza y renovar nuestro compromiso de vivir el amor de Dios en nuestro hogar. Seamos familias que reflejen la luz de Cristo, donde cada miembro se sienta valorado y amado, y donde la dignidad de cada persona sea siempre reconocida.
Pidamos a la Sagrada Familia de Nazaret que interceda por todas las familias del mundo. Que nos ayude a vivir como ellos: unidos en el amor, abiertos a la voluntad de Dios y siendo luz en medio de las tinieblas.
«Jesús, María y José, bendecid y proteged nuestras familias. Que seamos hogar de esperanza, consuelo y amor para los que nos rodean».
¡Feliz fiesta de la Sagrada Familia!
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