Caminando juntos… en la fe, con esperanza, desde el amor… como comunidad parroquial

Los martes del curso 2024-2025, publicaremos una entrada que podría fomentar la reflexión y el crecimiento de nuestra vida espiritual, ayudando a mantenerla viva en el día a día:

La búsqueda de la verdad en un mundo confuso

A veces sentimos que el mundo nos empuja en demasiadas direcciones. Recibimos información por todos lados, opiniones enfrentadas, verdades a medias, promesas vacías… y en medio de todo eso, anhelamos algo sólido, algo cierto, algo que nos sostenga. Buscamos la verdad. Pero, ¿cómo encontrarla en un mar de ruido y confusión? Como cristianos, no estamos solos en esta búsqueda. Nuestra fe nos ofrece una brújula, un horizonte claro y una certeza: la Verdad tiene un rostro y un nombre, Jesucristo.

Cristo, la Verdad que ilumina nuestro camino

Cuando Pilato le preguntó a Jesús: “¿Qué es la verdad?” (Jn 18, 38), quizás no esperaba una respuesta. Pero Jesús ya la había dado antes: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6). No se trata solo de una afirmación teológica, sino de una realidad que podemos experimentar. La verdad no es un concepto frío ni una idea abstracta, sino una Persona que nos ama, nos guía y nos da sentido.

En un mundo en el que muchas veces se nos invita a relativizarlo todo, nosotros elegimos aferrarnos a Cristo, porque sabemos que su Palabra no engaña, que su amor no falla, que su luz no se apaga. Él es la Verdad que da consistencia a nuestra vida. Y cuando vivimos en su verdad, nuestra existencia se llena de sentido y propósito.

Discernir con sabiduría: escuchar con el corazón

No todo lo que brilla es oro, y no todo lo que se nos presenta como verdad es auténtico. Por eso, necesitamos cultivar el don del discernimiento. No basta con aceptar cualquier información porque suena bien o porque todos la creen; estamos llamados a buscar con profundidad, a cuestionar con honestidad y a dejarnos iluminar por el Espíritu Santo.

Discernir no significa desconfiar de todo, sino aprender a escuchar con el corazón, a filtrar lo que edifica de lo que confunde, lo que nos acerca a Dios de lo que nos aleja. Y en este proceso, no estamos solos: la comunidad cristiana, la oración, la Escritura y la enseñanza de la Iglesia son luces en nuestro camino. No tengamos miedo de preguntar, de confrontar, de buscar respuestas en Dios.

Ser testigos de la verdad con nuestra vida

El mundo necesita testigos valientes, personas que vivan la verdad con alegría, con coherencia, con amor. No se trata solo de conocer la verdad, sino de encarnarla, de hacerla vida en nuestras palabras, en nuestras acciones, en nuestras relaciones.

Cuando vivimos desde la verdad, nos volvemos luz para los demás. En un mundo donde tantos se sienten perdidos, nuestra forma de vivir puede ser un faro que oriente, que inspire, que devuelva esperanza. Como dijo Jesús: «Que vuestra luz brille ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5, 16).

No nos conformemos con verdades a medias, con respuestas superficiales, con lo fácil o lo inmediato. Busquemos la verdad con pasión, con humildad, con fe. Y cuando la encontremos –cuando nos encontremos con Cristo–, no la guardemos solo para nosotros: compartámosla con el mundo.