Avisos

La importancia de la oración diaria

Caminando juntos…  en la fe, con esperanza, desde el amor… como comunidad parroquial

Cada martes del curso 2024-2025, publicaremos una entrada que podría fomentar la reflexión y el crecimiento de nuestra vida espiritual, ayudando a mantenerla viva en el día a día: (más…)

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Orar con los salmos

Continuamos con la entrega nº 12: ‘Orar con los salmos’. Con esta entrada llegamos a la última entrada de esta serie del ‘Año de la oración’. En esta ocasión un miembro del equipo sacerdotal comparte con nosotros qué es orar con los salmos y un miembro del Grupo de fe ‘Cristo Roto’ comparte su experiencia.

Entrega nº 12. ¿Qué es orar con los salmos?

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Celebrando el legado de amor y fe: Santa Mónica y San Agustín

Estamos a punto de celebrar dos fechas muy especiales que nos llenan de inspiración y esperanza: las festividades de Santa Mónica y San Agustín. El 27 de agosto honramos a Santa Mónica, esa madre valiente y perseverante que, con su amor inquebrantable, guio a su hijo San Agustín hacia el camino de la fe. Al día siguiente, el 28 de agosto, celebramos a San Agustín, cuya vida nos enseña que nunca es demasiado tarde para convertirnos y seguir a Dios con todo nuestro corazón.

En este final de agosto, cuando el calor aún nos envuelve y los días se acortan lentamente, es el momento perfecto para reflexionar sobre el legado de estos dos santos. La historia de Santa Mónica nos conmueve profundamente, ya que nunca dejó de rezar por la conversión de su hijo, recordándonos el poder de la oración y la perseverancia en nuestras propias vidas y familias. Santa Mónica es un ejemplo brillante de cómo el amor maternal y la fe pueden obrar milagros, enseñándonos a no perder nunca la esperanza, incluso cuando enfrentamos desafíos aparentemente insuperables.

Y qué decir de San Agustín, cuya búsqueda incesante de la verdad y la sabiduría nos inspira a todos a profundizar en nuestra fe y a no dejar nunca de buscar a Dios. San Agustín, conocido por su brillantez intelectual y su capacidad de introspección, nos muestra que el camino hacia Dios puede ser largo y lleno de obstáculos, pero que al final, la verdad y el amor de Dios prevalecen. Su conversión es un gran testimonio de cómo la gracia divina puede transformar incluso los corazones más endurecidos.

Como nos dice el Papa Francisco, en estos tiempos de incertidumbre y falta de esperanza, las enseñanzas de Santa Mónica y San Agustín resuenan más que nunca en nosotros. Nos recuerdan que, incluso en medio de las dificultades, el amor de Dios siempre está presente, guiándonos y fortaleciéndonos en nuestro camino espiritual. Ellos nos animan a no desfallecer, a mantenernos firmes en nuestra fe y a confiar en la providencia divina, que nunca nos abandona.

Que Santa Mónica y San Agustín intercedan por nosotros, para que podamos seguir sus ejemplos de fe y amor en nuestras propias vidas. Que aprendamos de Santa Mónica a ser perseverantes en la oración y a confiar en la obra de Dios en nuestros seres queridos. Y que, al igual que San Agustín, busquemos siempre la verdad y estemos abiertos a la transformación que solo Dios puede traer a nuestros corazones. En este fin de agosto, celebremos su legado con gratitud y renovada esperanza, sabiendo que su testimonio sigue iluminando nuestro camino hacia una fe más profunda y un amor más grande.

 

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Santa María, Reina

El 22 de agosto, celebraremos la memoria de Santa María, Reina de los cielos y la tierra, una festividad instituida por el Venerable Papa Pío XII en 1954. Esta fecha nos invita a reflexionar sobre el papel único que María desempeña en nuestra vida de fe y en la historia de la salvación.

La elección del 22 de agosto para esta celebración está vinculada al dogma de la Asunción de María. Este dogma enseña que María fue llevada al cielo en cuerpo y alma al final de su vida terrenal. Es en esta condición gloriosa que se la reconoce como Reina de los cielos y la tierra.

María, como madre de Jesús, participa de la realeza de Jesús y ejerce un papel especial como mediadora. Su humildad y obediencia al plan de Dios nos inspiran a seguir su ejemplo en nuestra vida diaria.

Como madre amorosa, María intercede por nosotros ante su Hijo. Ella conoce nuestras alegrías y preocupaciones y está siempre dispuesta a interceder por nosotros ante Dios. En los momentos de dificultad, podemos acudir a ella con confianza, sabiendo que ella nos escucha y nos acompaña en nuestro camino de fe.

A lo largo de los años, nuestros Papas han subrayado la importancia de honrar a María como Reina. San Juan Pablo II nos recordaba la devoción popular hacia María, mientras que Benedicto XVI enfatizaba su papel como servidora humilde, amándonos y ayudándonos en nuestras necesidades.

El Papa Francisco nos invita a contemplar a María como nuestro ejemplo de esperanza y destino eterno. Sus palabras nos recuerdan que, a través de María, encontramos la meta de nuestro camino: la patria celestial, donde experimentamos la plenitud del amor de Dios.

Renovemos nuestro amor y devoción hacia María, Reina de los cielos y la tierra. Que su ejemplo de humildad y entrega nos inspire a vivir con generosidad y amor hacia los demás, confiando siempre en la promesa de vida eterna que nos ofrece.

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Oración de adoración

Continuamos con la entrega nº 11: ‘Oración de adoración’. En esta ocasión un miembro del equipo de comunicaión comparte con nosotros qué es la oración de adoración y un miembro del grupo de jóvenes comparte su experiencia.

Entrega nº 11. ¿Qué es la oración de adoración?

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La Asunción de María

El 15 de agosto, celebramos con alegría la solemnidad de la Asunción de la Virgen María, un momento significativo en nuestra fe católica. En este día, recordamos y celebramos el misterio en el que María, llena de gracia, es llevada al cielo en cuerpo y alma, para compartir la gloria de su Hijo Jesucristo.

La Asunción de María no es únicamente un evento de trascendencia teológica, sino principalmente una manifestación del amor infinito de Dios hacia su madre. María, desde su concepción inmaculada, fue elegida para ser la madre de nuestro Salvador, y su Asunción es la culminación de su vida de fe y obediencia.

Al contemplar la Asunción de María, somos invitados a reflexionar sobre nuestra propia vocación cristiana. Así como María fue asumida en la gloria celestial, también nosotros estamos llamados a seguir sus pasos, buscando vivir en conformidad con la voluntad de Dios y aspirando a la plenitud de la vida eterna.

En nuestra vida diaria, podemos acudir a María como intercesora ante su Hijo. Confiamos en su protección maternal y en su poderosa intercesión, encomendándole nuestras alegrías y preocupaciones. Su ejemplo de humildad, entrega y confianza en Dios nos anima a perseverar en nuestro camino de fe.

Que la celebración de la Asunción de la Virgen María nos llene de esperanza y nos impulse a vivir con generosidad y amor, siguiendo el ejemplo de nuestra madre celestial. Que, al igual que María, podamos decir sí a la voluntad de Dios en nuestras vidas y alcanzar la dicha eterna en su presencia.

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La transfiguración del Señor

Hoy, 6 de agosto, celebramos la Transfiguración del Señor, un momento trascendental en la vida de Jesús que nos revela su divinidad de una manera especial. En aquel día, Jesús llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan a lo alto de un monte, donde se transfiguró ante ellos, su rostro resplandeció como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.

Esta fiesta nos invita a contemplar la gloria de Cristo, a reconocer su divinidad y a renovar nuestra fe en Él como el Hijo de Dios.

La transfiguración de Jesús nos enseña que, al igual que él, también podemos transfigurarnos. ¿Qué significa esto? Significa ir más allá de nuestra mera apariencia, de nuestro ego, y permitir que la luz de Cristo brille a través de cada uno de nosotros. En nuestras vidas, a menudo estamos rodeados por la oscuridad del pecado, la duda y la desesperanza; sin embargo, la Transfiguración nos recuerda que, en medio de esa oscuridad, podemos ser portadores de luz, reflejando la gloria de Dios a través de nuestras acciones, palabras y actitudes.

Por ejemplo, cuando nos enfrentamos a momentos difíciles, como problemas en el trabajo o en la familia, recordar la Transfiguración puede darnos fuerzas. Saber que Jesús es más grande que cualquier dificultad nos ayuda a mantener la esperanza y la confianza en que todo saldrá bien.

La Transfiguración nos invita a buscar momentos de belleza y luz en nuestras vidas cotidianas. Puede ser algo tan simple como disfrutar de un amanecer o de la sonrisa de un amigo. Estos momentos nos recuerdan la presencia de Dios en nuestro mundo y nos llenan de alegría y gratitud.

Si Jesús se transfiguró ante sus discípulos, nosotros también podemos transfigurarnos en personas de luz. ¿Qué implica ser una persona de luz? Significa ser humilde, transparente, y estar dispuesto a iluminar el camino de los demás con el amor y la verdad de Cristo. Significa reconocer la imagen y semejanza de Dios en cada persona que encontramos, tratando a todos con dignidad y respeto.

Que, en este día de la Transfiguración del Señor, renovemos nuestro compromiso de seguir sus enseñanzas, de llevar su luz a todos los rincones de nuestro mundo.

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Orar con el canto

Continuamos con la entrega nº 10: ‘Orar con el canto’. En esta ocasión un miembro de uno de los coros comparte con nosotros qué es orar con el canto y un miembro del equipo de comunicación nos comparte su experiencia.

Entrega nº 10. ¿Qué es orar con el canto?

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Nombramiento del P. Alejandro

Nos complace informaros que nuestro vicario parroquial, el Padre Alejandro Carrara, ha sido designado como formador del seminario. Esta nueva y significativa misión comenzará el próximo 1 de septiembre.
Actualmente, el Padre Alejandro está de misión en Perú, llevando a cabo una labor encomiable. Os pedimos que mantengáis en vuestras oraciones tanto a él como al proyecto que tiene entre manos. Su dedicación y entrega son un ejemplo para todos nosotros.
Aunque su tiempo con nosotros ha sido breve, ha dejado una huella imborrable en nuestra comunidad. Agradecemos profundamente su paciencia, su capacidad de escucha y su incansable ministerio sacerdotal. Este es uno de esos momentos en que nuestros corazones se llenan de sentimientos encontrados: sentimos tristeza por su partida, pero también una gran alegría y esperanza por la nueva etapa que comienza en su vida pastoral.
Le deseamos lo mejor en esta nueva responsabilidad que Dios ha puesto en su camino. Que continúe siendo luz y guía para muchos jóvenes seminaristas, así como lo ha sido para nosotros.
¡Enhorabuena, Padre Alejandro!

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Renovar nuestra fe en el corazón del verano

En el bullicio del verano, entre las olas que nos invitan a la distracción y las llamadas a la relajación, parece que casi todos, de una forma u otra, tendemos a alejarnos de nuestras prácticas de fe. En el mes de agosto, a menudo nos encontramos navegando en aguas turbulentas, dejándonos llevar por el ritmo frenético de las vacaciones y los días de descanso. Sin embargo, en medio de este vaivén estacional, es vital recordar que nuestra fe no se desvanece con el calor del sol, ni se disuelve en las brisas marinas.

Durante este mes, en los textos bíblicos del evangelio de Juan, se nos recuerda una verdad fundamental: Jesús es el Pan de Vida. Es en Él donde encontramos la verdadera nutrición espiritual que anhelamos en cada momento de nuestra vida, ya sea en la rutina diaria o en los días de descanso bajo el sol de agosto. Jesús nos ofrece una satisfacción que trasciende lo temporal, llenando nuestros corazones con una paz y plenitud duraderas.

Al igual que la multitud que buscaba a Jesús, a menudo nos encontramos persiguiendo cosas temporales, llenando nuestros corazones con satisfacciones pasajeras que solo nos dejan hambrientos nuevamente. En medio de nuestras búsquedas mundanas, Jesús nos llama a encontrar la verdadera satisfacción en Él, el Pan que verdaderamente sacia. Nos recuerda que las cosas del mundo pueden ofrecernos un alivio momentáneo, pero es en su presencia donde encontramos la plenitud que nuestro corazón anhela.

Este verano, mientras disfrutamos del descanso y la recreación, recordemos que nuestra mayor necesidad espiritual no puede ser satisfecha por las cosas efímeras que el mundo ofrece. Al contrario, es en la presencia viva de Jesús donde encontramos la plenitud y la paz duradera que nuestro corazón anhela. Cada día es una nueva oportunidad para acercarnos más a Él, para renovar nuestra fe y fortalecer nuestra relación con Dios.

En lugar de permitir que el verano nos desvíe de nuestra fe, vivamos este tiempo como una oportunidad para profundizar nuestro encuentro con Cristo. Que cada día de agosto sea una invitación a acercarnos más a Él, a través de la oración, la lectura de las escrituras y la participación en los sacramentos. Aprovechemos este mes para renovar nuestra fe, encontrando en Jesús el descanso verdadero y la paz que no se agota.

En el silencio de la madrugada, en la calma del atardecer o en la quietud de una playa solitaria, hagamos espacio para encontrarnos con Dios. Que nuestras vacaciones no sean solo un paréntesis en nuestra vida espiritual, sino un tiempo de renovación y crecimiento en nuestra fe. Recordemos que, aunque las olas del mar puedan distraernos, es Jesús quien calma todas nuestras tempestades y nos guía hacia aguas tranquilas.

Renovemos nuestra fe en el corazón del verano, permitiendo que Jesús sea nuestro refugio, nuestra fuente de vida y nuestra paz duradera. Que cada momento de descanso sea también un encuentro profundo con el amor de Dios, quien nos acompaña siempre, en cada estación de nuestra vida.

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