Ha pasado

Peregrinación Cofradía de Santiago

El pasado fin de semana (13-14 abril 2024) la Cofradía de Santiago Apóstol peregrinó a la Basílica de la Gran Promesa en Valladolid, por el Año Jubilar del Corazón de Jesús, y a Olmedo, a ver a la Virgen de la Soterraña en el centenario de su coronación canónica.

¡Esperamos que a la próxima, también te animes tú!

Os compartimos el testimonio de dos feligreses:

IMPRESIONES DE MI PRIMERA PEREGRINACIÓN

Partimos de Villalba con la despedida cariñosa del párroco, D. Luis.

Durante el camino D. Apolinar nos comenta la parte espiritual y cultural del viaje y Miriam lo que vamos a hacer y ver.

Llegamos al hotel, muy bueno y sobre todo, muy céntrico.

Vamos andando a la Gran Basílica. Cómo buenos cofrades, buscamos la imagen de Santiago Apóstol. Una vez localizada nos hacemos fotos con nuestro patrón, personales y de grupo.

Una vez colocados en los bancos, lo que más me impresiona es la imagen de Jesús Sagrado Corazón. Es inmensa. Con los brazos abiertos abarca casi todo el ancho de la iglesia, acogiendo a todos.

Desde el primer banco donde me encuentro, elevas la vista, y cruzas la mirada con Jesús. Mira directamente a la gente. Ese cruce de miradas me impacta, siento cómo Su Corazón se acerca al mío.

Mantengo esa sensación, durante toda la Eucaristía Solemne. Creo que hay 16 sacerdotes. Todo en un ambiente de recogimiento y emoción.

Cuando salimos vamos a una sala, donde Magnolia, laica consagrada, nos explica cómo comenzó la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Así cómo la vida y hechos del Beato Bernardo de Hoyos. Que ya nos había adelantado D. Apolinar en la charla de marzo y en el autocar. Interesante, con preguntas y respuestas.

Después de comer en el hotel una buena comida y un ratito de descanso, nos lanzamos con una guía a recorrer Valladolid, con visitas a la zona donde estaba el antiguo Palacio Real, el Palacio de Pimentel, etc.  Ante la adversidad del cierre por obras del belén napolitano, vamos al Colegio San Gregorio donde admiramos un claustro bellísimo y la exposición permanente de pasos de Semana Santa del escultor Gregorio Fernández.

Terminamos en la maravillosa Plaza Mayor, preciosa y llenísima de gente ante el magnífico día que Dios nos regaló. Tenemos un rato libre. Descanso en una terracita con una bebida.

Después de la cena, un grupo dimos un relajante paseo nocturno por el Campo Grande, entre grandes árboles.

Al día siguiente, vamos a Olmedo, nuestra siguiente parada. Pueblo que conserva una buena proporción de muralla. Damos un paseo. Aquí hay gente que hubiera preferido este paseo en Valladolid, pero podemos disfrutar del silencio, paz y soledad del pueblo a esas horas.

En la iglesia de San Miguel, que tiene un retablo de madera labrada impresionante dedicado al Arcángel San Miguel. Bajamos a la cripta, que es preciosa, dedicada a la Virgen de Soterraña, patrona de Olmedo. Tenemos una eucaristía íntima y comunitaria.

Al final Anaí nos lee con emoción una poesía dedicada a la Virgen y escrita por su abuelo, que era de estas tierras.

Después de la comida, vamos al Parque Temático del Mudéjar de Castilla León. Además de admirar los monumentos que hay, nos sale el lado lúdico e infantil y nos lanzamos a conquistar los castillos de Coca y de La Mota. Nos metemos en ellos para hacernos fotos en nuestro castillo conquistado.

Ahora nos toca La Casa del Caballero de Olmedo. Allí un espectáculo audiovisual precioso y por medio de Lope de Vega se hace un elogio al teatro. Salgo orgullosa de pertenecer al mundo del teatro.

Volvemos agradeciendo a D. Apolinar la preparación minuciosa, a la Junta directiva, especialmente a Miriam por la labor realizada y poner a punto todo. Y a Jesús y Guzmán, que sin ser cofrades estuvieron cuidándonos cómo buenos pastores.

Para completar, disfrutamos de dos cumpleaños, uno cada día, que sirvió para unirnos más al cantar cumpleaños feliz.

MCFS

 

“Quiero transmitir a la Junta directiva, mi agradecimiento por cuidar los afectos. Es muy importante en los tiempos que corren.”

VG

 

Os compartimos algunas fotos del encuentro, haz clic 👇👇

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La Pascua de los discípulos, carta pastoral Jose cobo

«La Pascua de los Discípulos». Carta Pastoral del cardenal José Cobo

A la espera de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, nuestro arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo Cano, nos ha escrito a los fieles de Madrid una carta pastoral, titulada ‘La Pascua de los discípulos’.

En este documento, el cardenal nos invita a contemplar la Pascua de Resurrección como la fiesta más significativa para los cristianos, un momento de encuentro con la presencia viva del Resucitado en nuestras vidas.

A lo largo de sus líneas, el cardenal nos guía con sabiduría a través de los pilares fundamentales de nuestra fe: la liturgia, el Bautismo, la vocación laical y la participación en la misión de la Iglesia. Nos recuerda que cada uno de nosotros, como discípulos de Cristo, estamos llamados a vivir nuestra fe de manera auténtica y comprometida en medio del mundo.

La sinodalidad, como expresión de comunión y participación en la vida de la Iglesia, nos desafía a caminar juntos, discerniendo juntos los caminos que Dios nos muestra. Es un llamado a ser testigos de la alegría del Evangelio en nuestro tiempo y lugar, compartiendo la Buena Noticia con todos aquellos que encontramos en nuestro camino.

Al leer esta carta, somos invitados a reflexionar sobre nuestro propio camino de fe, a renovar nuestro compromiso con Cristo y la Iglesia, y a responder generosamente a la llamada del Espíritu Santo en nuestras vidas. Nos despierta la curiosidad y nos motiva a profundizar en nuestra relación con Dios y con los demás, buscando siempre la verdad y el amor que nos llevan a la plenitud de vida en Cristo.

Nuestro párroco nos invita a sumergirnos en este profundo y enriquecedor documento, que nos ofrece no solo orientación espiritual, sino también un sentido renovado de nuestra identidad como discípulos de Jesús en el mundo de hoy. Que la lectura de esta carta nos lleve a un encuentro más profundo con el Resucitado y nos impulse a vivir con alegría y esperanza el misterio pascual en nuestras vidas.

Descarga aquí la Carta Pastoral ‘La Pascua de los discípulos’

 

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Dones del Espíritu Santo: Inteligencia

En este jueves de la tercera semana de Pascua, nos sumergimos en la profundidad del don de inteligencia, una gracia divina que nos permite discernir la verdad y actuar con sabiduría en nuestro día a día. Es un regalo del Espíritu Santo que nos invita a ver más allá de lo evidente, a comprender las situaciones desde una perspectiva más amplia ya actuar con prudencia y discernimiento.

La inteligencia no se limita al conocimiento académico o a la habilidad para resolver problemas complejos, sino que abarca la capacidad de percibir la presencia de Dios en cada aspecto de nuestra vida y en el mundo que nos rodea. Es un don que nos desafía a buscar la verdad en todas las cosas ya vivir de acuerdo con los principios del Evangelio.

Al igual que un faro en medio de la oscuridad, el don de inteligencia ilumina nuestro camino y nos guía hacia la plenitud de la vida en Cristo. Nos invita a cultivar una fe informada, basada en el conocimiento profundo de las Escrituras y en la tradición de la Iglesia, pero también en la experiencia personal de encuentro con Dios.

En nuestra búsqueda de la verdad, es importante recordar que la inteligencia va de la mano con la humildad. Reconocemos que no lo sabemos todo y que siempre hay más por aprender.

Os compartimos la experiencia de Juan Ramón, quien encuentra en la Palabra una guía para cada circunstancia, al igual que él, reconozcamos la importancia de permitir que el Espíritu Santo nos inspire y guíe en nuestra vida comunitaria.

Don de Inteligencia

Trato de tener presente cada mes una frase de la Escritura que me permita vivir cada circunstancia con la mirada de Jesús. Es curioso que una misma frase sirva para situaciones muy diversas. La de abril es: «Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía» (Hch 4, 33).

Esta presencia del Espíritu Santo como luz para interpretar la Palabra y actuarla se potencia cuando me encuentro en la comunidad. El Espíritu Santo encuentra una caja de resonancia en una comunidad que se quiere, que experimenta la presencia del Resucitado en medio suyo.

Me he encontrado por vídeo-conferencia con una comunidad de cristianos del Líbano. Me preguntaban cómo mantener la esperanza en una situación de guerra y de economía precaria, donde el odio crece día a día y será muy costoso sanar a la población de este veneno.

No sabía qué decir, pero a la luz de la Palabra he compartido que siempre podemos ser canales del amor de Dios, y que fortaleciendo la vida de la comunidad, la presencia del Resucitado en medio de ellos puede ser el bálsamo, la luz y la esperanza que toda persona necesita.

Aquí puedes leer las entradas de las semanas pasadas sobre:

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Oración Acción de Gracias

Continuamos con la entrega nº 2: ‘Acción de gracias’. En esta ocasión un miembro del grupo de comunicación nos contará qué es la oración de acción de gracias, y a continuación el grupo de vida ascendente compartirá su experiencia.

Entrega nº 2. ¿Qué es la oración de acción de gracias?

(más…)

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Campaña por el empleo 2024

Con el lema PONTE EN MODO: “EMPLEO DIGNO” la Iglesia de Madrid, a través de su Cáritas Diocesana, celebrará el próximo 14 abril de la Campaña de Empleo 2024. Con ella se quiere hacer hincapié en la necesidad de actuar, de ponerse en marcha, para garantizar que todas las personas puedan acceder a un empleo digno, principio de vida y fuente de derechos y prolongación de la obra creadora de Dios.

La realidad es que cada vez más personas y familias, teniendo o no trabajo, no llegan a final de mes y tienen serias dificultades para afrontar todos los gastos fijos, como el pago de la vivienda; esta situación afecta de manera especial a la población más vulnerable.

Por eso no olvidemos las palabras del papa Francisco, quien señala que un empleo hace que la persona recupere la esperanza, la confianza y la dignidad. También nuestro arzobispo de Madrid, don José Cobo, nos invita a “desmontar los factores que generan el desempleo”.

Ante esta realidad social, laboral y económica, pongámonos en marcha.

Desde el Servicio Diocesano de Empleo se ofrece orientación, asesoramiento, formación o mediación con empresas para abrir la puerta a la inserción laboral.

En el último año hemos atendido a 6304 personas.

En la Campaña hablamos de:  FORMACIÓN que ayude a las personas a trabajar por potenciar sus habilidades y talentos; CONEXIÓN entre todos los agentes (empresas, Administración y sociedad civil) para compartir responsabilidad y favorecer entornos de igualdad; e INSERCIÓN laboral que conlleve a una inserción en la sociedad. Pedimos que, al estilo de Jesús de Nazaret seamos Buena Noticia, esperanza y mano tendida para tantas personas y familias que desean ponerse en marcha.

Interconectados todos los actores sociales, digamos: ¡ponte en modo empleo digno!

Materiales:

👉Guía campaña empleo (Con Dinámicas)

👉Flyer campaña por el empleo

👉Así actúa el servicio diocesano de empleo

👉Presentación Campaña por el empleo 2024

 

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Dones del Espíritu Santo: Fortaleza

En este segundo jueves de Pascua, vamos a reflexionar sobre el don de fortaleza, uno de los dones del Espíritu Santo que nos sostiene y fortalece en nuestro caminar diario. Es un momento para recordar que, incluso en medio de las pruebas y los desafíos, no estamos solos. La presencia de Dios nos acompaña, infundiéndonos valor y resistencia para seguir adelante.

La fortaleza no se trata solo de resistencia física o valentía en situaciones difíciles, sino también de una fortaleza interior que nos ayuda a mantenernos firmes en nuestra fe y en nuestros valores, incluso cuando el mundo a nuestro alrededor parece desmoronarse. Es el poder de Dios que nos impulsa a perseverar, a seguir adelante con determinación y esperanza, sabiendo que Dios está con nosotros en todo momento.

En estos tiempos de incertidumbre y cambio, necesitamos más que nunca la fortaleza del Espíritu Santo. Nos enfrentamos a desafíos que ponen a prueba nuestra fe, nuestra resistencia y nuestra capacidad para mantenernos fieles a lo que sabemos que es verdadero y justo. Pero en medio de la turbulencia, podemos encontrar consuelo en el conocimiento de que Dios nos fortalece con su gracia y nos guía con su amor.

Os compartimos la experiencia de Sor Antonia, que sus palabras inspiren a más personas a cultivar la fortaleza espiritual en sus propias vidas y a seguir el ejemplo de amor y servicio desinteresado de Santa Luisa de Marillac y las Hijas de la Caridad.

Fortaleza:

El don de fortaleza del Espíritu Santo es como el fuego que arde en el corazón de personas como Santa Luisa de Marillac y en las Hijas de la Caridad. Al igual que el fuego purifica el metal, este don fortalece el alma para superar los obstáculos y desafíos que se presentan en la vida diaria y en el servicio a los más necesitados.

Personas como Santa Luisa de Marillac, al igual que las Hijas de la Caridad, demuestran una fortaleza inquebrantable al enfrentarse a las adversidades y luchar por la justicia y el amor. Este don les otorga la valentía para estar presentes donde la necesidad es más acuciante, la energía para persistir en la labor de servir a los pobres y la resistencia para no desfallecer ante las dificultades.

En las personas que siguen el ejemplo de Santa Luisa de Marillac y de las Hijas de la Caridad, la fortaleza se manifiesta en su disposición para abrazar los sufrimientos de los demás, en su firmeza al enfrentar la injusticia y en su entrega generosa incluso en los momentos más difíciles. Como Santa Luisa, son personas de acción, llenas de coraje y determinación para llevar el amor de Cristo a los rincones más oscuros y necesitados del mundo.

Que el don de fortaleza del Espíritu Santo siga encendiendo el fuego del amor y el servicio en los corazones de quienes se inspiran en Santa Luisa de Marillac y en las Hijas de la Caridad, inspirándoles a seguir su ejemplo y a ser testigos vivos del amor de Dios en el mundo.

 

Aquí puedes leer la entrada de la semana pasada sobre el TEMOR DE DIOS

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Jornada Por la Vida

Jornada por la vida

Hoy, 8 de abril,  celebramos la Jornada por la vida 2024 bajo el lema «La vida, buena noticia». Esta Jornada la Iglesia la celebra el 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, pero este año, al coincidir con el lunes Santo, se ha trasladado al 8 de abril.

Del Mensaje de los Obispos:

La vida, ¡qué maravillosa noticia! Así nos lo recuerdan los obispos en esta  Jornada por la Vida 2024. Es un don divino, desde su inicio hasta su término natural, que merece ser recibido con alegría y cuidado, no como un simple derecho humano, sino como una gracia que nos compromete.

Al comienzo de este viaje, la maternidad es celebrada y apoyada con amor y solidaridad. Es un llamado a brindar ayuda a las madres, mostrándoles que la vida que llevan en su seno es una bendición, no importando las circunstancias. Y aunque valoramos los avances médicos, rechazamos cualquier forma de manipulación artificial que viole la integridad del don de la vida.

A lo largo del camino, en medio de la fragilidad humana, estamos llamados a cuidar y proteger cada vida. Debemos combatir la trata de personas y la esclavitud moderna, así como aliviar la pobreza extrema y mostrar compasión hacia los migrantes y trabajadores vulnerables.

Incluso en la ancianidad y en los momentos de enfermedad terminal, la vida sigue siendo una bendición. Es un tiempo para el cuidado amoroso, especialmente en el seno de la familia. Y más allá de este mundo, tenemos la esperanza de la vida eterna, gracias al amor redentor de Jesucristo. Con María, Madre de la Vida, como intercesora, podemos construir una cultura que celebre y proteja cada don de la vida. ¡Que así sea!

Os compartimos el material preparado por la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida:

👉 Mensaje de los obispos

👉 Estampa

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Marca la ‘X’ de la Iglesia en tu declaración de la renta

Un viaje Por Tantos

Manuel, Almudena, Isco, Jade y muchos más como ellos solían pasar por alto la casilla de la Iglesia al hacer su declaración de la renta. Sin embargo, todo cambió cuando presenciaron de primera mano el impacto social y espiritual que la Iglesia tiene en la sociedad. La experiencia de «Un viaje Por Tantos», en la que 15 personas participaron, confirmó que muchos contribuyentes que antes no marcaban la casilla de la Iglesia cambiaron de opinión al descubrir todo lo que se realiza gracias a ella. Fue un viaje que no solo abarcó 1.200 kilómetros en el mapa, sino también un viaje interior, donde se encontraron con realidades diversas que conmovieron profundamente.

Presenciar cómo un sacerdote entrega su vida en regiones olvidadas de España llevando esperanza a hogares desatendidos, conocer de cerca los esfuerzos de la Iglesia para apoyar a mujeres víctimas de violencia, el compromiso en el ámbito familiar y de la salud mental, el trabajo con personas sin hogar y aquellos privados de libertad… todo esto deja una huella imborrable.

De más de 200 solicitudes, se seleccionaron ocho mujeres y siete hombres, de edades comprendidas entre los 19 y 61 años. Aunque no tenían conexión previa, compartían algo en común: ninguno marcaba la casilla a favor de la Iglesia en su declaración de la renta. Entre ellos se encontraban una comercial, una médico, un transportista, una profesora de inglés, tres estudiantes, una persona desempleada, una psicóloga, un ilustrador, una camarera y una animadora infantil.

Durante los cinco días del viaje, del 19 al 23 de febrero de 2024, compartieron sus inquietudes, preguntas y opiniones en un ambiente de respeto y diálogo, algo que no siempre es fácil en una sociedad tan polarizada como la nuestra. El resultado de esta experiencia, de este viaje a las «periferias físicas y existenciales», como lo expresaría el papa Francisco, ha sido documentado en la campaña Xtantos.

En la página web ‘www.unviajeportantos.es‘ podrás encontrar spots y un minidocumental que reflejan el cambio que experimentaron estos viajeros, quienes ahora son portavoces —con su testimonio sincero y libre— de lo que significa marcar esa pequeña «X» para millones de personas. Te invitamos a explorar y descubrir por ti mismo el poder de una simple acción.

10 razones para marcar la ‘X’ de la Iglesia

  1. Es una forma sencilla de colaborar con la Iglesia, ya que no supone trámites engorrosos, basta con marcar una ‘X’ en la casilla de la Iglesia. Si hemos recibido el borrador en casa, se debe comprobar que la casilla aparece marcada; de lo contrario, modificarlo es muy sencillo.
  2. No te costará nada, porque no te van a cobrar más por la declaración al marcarla ni te van a devolver menos.
  3. Demuestra el compromiso a la Iglesia y a la actividad que realiza.
  4. Es de las pocas cosas que podemos decidir sobre nuestros impuestos. Es decir, si la dejamos en blanco, es el Estado el que decide por nosotros sobre esa pequeña cantidad de dinero.
  5. Demostramos a la sociedad que son muchos los que valoran la labor que realiza la Iglesia. El perfil de las personas que marcan la ‘X’ de la Iglesia es muy diverso. Todos forman parte de la comunidad Xtantos.
  6. Marcando la ‘X’ se ayuda a sostener a la Iglesia en el desarrollo de sus actividades: mantenimiento del clero, anuncio del Evangelio, vivencia de la fe y una inmensa labor asistencial que desarrolla en España y en todo el mundo.
  7. Supone decir “sí” a la libertad religiosa, consagrada en la Constitución española y a su ejercicio pleno y efectivo en una sociedad plural y democrática.
  8. Es una decisión libre y democrática que no perjudica a nadie. Se pueden marcar simultáneamente las casillas de la Iglesia católica y la de fines sociales.
  9. Es el dinero mejor invertido. En la Memoria Anual de Actividades de la Iglesia, cada año se puede conocer en qué emplea ésta sus recursos.
  10. Para los no católicos o no practicantes, marcar la casilla supone también reconocer el papel que la Iglesia tiene en la sociedad española, especialmente con los más necesitados en este tiempo de dificultad.
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Dones del Espíritu Santo: Temor de Dios

En estos días tan especiales de Pascua, cuando la luz de la vida triunfa sobre las sombras de la muerte, es fundamental recordar la presencia y el poder de los dones del Espíritu Santo en nuestras vidas. Son como llamas que encienden nuestro corazón, guiándonos y fortaleciéndonos en nuestro camino de fe.

En la Pascua, recordamos cómo el Espíritu Santo descendió sobre los corazones de los discípulos, infundiéndoles valor, sabiduría y amor para llevar el mensaje de esperanza al mundo. Por ello, cada jueves de Pascua, queremos reflexionar sobre la importancia de estos dones, porque son ellos los que nos capacitan para vivir como verdaderos discípulos de Cristo.

Desde el corazón de nuestra comunidad parroquial, hemos invitado a diversos miembros a compartir sus perspectivas sobre esta temática. En este primer jueves de Pascua, nos complace presentar la inspiradora reflexión de Ana, confiando en que sus palabras iluminen nuestros corazones y nos guíen hacia una comprensión más profunda de la gracia divina que nos rodea.

Temor de Dios:

‘Cuando se trata de hablar o vivir uno de los siete dones del Espíritu Santo, creo que lo primero es postrarme ante su Majestad, su inefabilidad, su Amor incondicional, para que Él me dé la luz y pueda expresar con palabras algo muchas veces inexpresable.

El Temor De Dios, eso que se podría interpretar como miedo humano, pero que se expresa de otra forma en el alma. Mirando en ésta, nos puede inundar la esperanza de sabernos hijos de Dios, y por tanto dignos de su Amor.

Pero su Amor es gratuito, como todo lo que me da, solo puedo agradecer, confiar y sentir mi pequeñez, que Él quiere llenar de luz. Humildad frente a su grandeza, sabiéndome indigna de tanta gracia.

Pero, mi seguridad al saberme perdonada puede llevarme a crecerme en mi misma, y por tanto a cerrar mi corazón y dejar de seguirle en su camino de entrega y servicio, a no cargar con la cruz. He aquí mi temor.

Ante tan gran misericordia, me siento pequeña, débil, indigna, sabiendo que, a pesar de tan gran regalo, una y otra vez vuelvo a ofenderle. Cómo explicar la grandiosidad que se siente al entrar en un lugar sagrado, en un templo, en lo más profundo del alma, donde los místicos se unen a Él.

Por ello, recuerdo cuando el Señor, con su santa humanidad viene a redimir a las almas hechas a su imagen, a hacernos sentir su amor y entrega en la Cruz, mostrándonos el camino de su seguimiento.  Es la confianza como dirá el Papa Francisco en su exhortación sobe Teresita de Lisieux “C’est la confiançe”, la que nos guía en esta senda.

El saber que, en nuestra debilidad, en nuestra entrega en sus brazos, el Señor crece en nuestro interior y nos llena de su Paz.

Este temor de Dios puede ser principio y guía de nuestro peregrinar en la tierra por caminos que el Señor conoce, sabiendo bien lo que nos conviene. Para ir descubriendo su designio, me pongo a sus pies para mostrarle mi “nonada”, mi pequeñez y asombro ante su Santidad.

Ante el misterio de su grandeza solo puedo guardar silencio, sobrecogida y de rodillas, sabiendo que Él siempre me mira.’

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Vivir la Pascua

La Pascua, un tiempo sagrado de 50 días, en el que celebramos que Cristo ha resucitado, nos invita a sumergirnos en la celebración de la VIDA en toda su plenitud. Es una temporada de reflexión sobre el significado íntimo de nuestra existencia y nuestra fe. En nuestro devenir diario, la Pascua nos recuerda que la esperanza siempre prevalece y nos anima a renovar nuestras fuerzas, sin importar las sombras que puedan cruzar nuestros caminos.

Cada alba es una nueva oportunidad para dejar atrás nuestras faltas y comenzar de nuevo, para ofrecer y recibir perdón. Nos llama a apartar la mirada de nuestras propias preocupaciones y a estar atentos a las necesidades de los demás. La Pascua nos desafía a ser compasivos, a amar sin reservas y a irradiar luz en un mundo que a menudo se sumerge en la oscuridad.

En medio de este mundo frenético y en ocasiones caótico, la Pascua nos exhorta a encontrar momentos de paz y serenidad. Nos recuerda que la verdadera fortaleza no yace en la ausencia de problemas, sino en la capacidad de enfrentarlos con fe y valentía. En esos momentos de lucha descubrimos nuestra propia resistencia y la presencia constante de la gracia de Dios que nos sostiene.

La Pascua no solo tiene un impacto en nuestras interacciones exteriores y relaciones con los demás, sino que también influye profundamente en nuestro mundo interior y en la relación con nuestro propio yo. Interiormente, la Pascua nos desafía a dejar de lado nuestro egoísmo y orgullo, invitándonos a cultivar la humildad y la autenticidad. Nos llama a examinar nuestras acciones, motivaciones y actitudes, fomentando la reflexión sobre cómo podemos mejorar como individuos.

La temporada de Pascua nos impulsa a confrontar nuestros propios errores y debilidades, a reconocer la necesidad de perdón y reconciliación dentro de nosotros mismos. Nos insta a ser más compasivos y comprensivos con nuestras propias luchas internas, así como con las de los demás. Además, nos recuerda que la verdadera transformación comienza desde adentro hacia afuera, desafiándonos a crecer espiritualmente y a encontrar la paz interior a través de la fe y la comunión con Jesús.

Cristo Resucitado está presente en cada amanecer que nos regala una nueva oportunidad para recomenzar. Se manifiesta en los actos de perdón y reconciliación, donde experimentamos su amor incondicional y su misericordia. Su luz brilla en medio de la oscuridad, recordándonos que Él es la fuente de nuestra esperanza y fortaleza. Cristo Resucitado habita en cada gesto de amor y servicio desinteresado, en cada muestra de compasión y solidaridad hacia nuestros semejantes. Es decir, Cristo Resucitado vive en el corazón de cada uno de nosotros y en cada faceta de nuestra existencia, inspirándonos a vivir con fe, esperanza y amor.

Vivir la Pascua en nuestra vida diaria implica irradiar la luz y la alegría que emana de esta temporada en cada relación y situación que enfrentamos. Es cultivar la gratitud por las pequeñas bendiciones que nos rodean y compartir esa gratitud con los demás. Es abrazar la vida con pasión y sentido, sabiendo que cada experiencia, ya sea adversa o favorable, nos moldea y nos acerca a nuestra verdadera esencia.

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