Ver y Descargar la Hoja Dominical
Terminado el tiempo pascual celebramos el misterio del Dios Trinidad. La fiesta de la Trinidad nos ayuda a contemplar el misterio pascual en la totalidad del Dios único. (más…)
Leer Más »Terminado el tiempo pascual celebramos el misterio del Dios Trinidad. La fiesta de la Trinidad nos ayuda a contemplar el misterio pascual en la totalidad del Dios único. (más…)
Leer Más »
Por las familias
Recemos por las familias cristianas de todo el mundo, para que, con gestos concretos, vivan la gratuidad del amor y la santidad en la vida cotidiana.
Leer Más »«¡Paz a vosotros!» De esta feliz forma saludaba el Señor a sus discípulos. El saludo del Señor remite a dos vínculos de Cristo cuando aparece resucitado ante los suyos: Uno es el vínculo con su Pascua, con su muerte y resurrección. (más…)
Leer Más »Estamos terminando Mayo, el mes de María. Seguimos rezando y reflexionando con letanías dedicadas a María, Nuestra Madre.
Hoy queremos compartir una reflexión sobre María, Consuelo de Migrantes.
Mater solacium migrantium, Madre, consuelo de migrantes, es una de las tres letanías lauretanas que el papa Francisco regaló a la Iglesia en 2020, rezada justo después de María como refugio de los pecadores.
Siguiendo la línea de su pontificado, marcado por reflexiones y compromisos eclesiales desde la misericordia, Francisco no se olvida de actualizar a María como camino hacia Jesús; ante la realidad y la llamada urgente hacia la humanización de todo lo que nos rodea, María como consuelo de migrantes es un toque de atención hacia aquello que forma parte de la esencia del cristiano: el ponerse en marcha.
La palabra latina “migrare”, de la cual deriva el latinismo “migrar” significa “moverse”, “trasladarse desde el lugar en el que se habita a otro diferente”.
María sabe bien lo que implica ese movimiento. Ella es la que se mueve en su vida para poner su realidad de joven embarazada en las manos de Dios, diciendo sí a lo que Él disponga; corre para ayudar a su prima Isabel, también embarazada; se desplaza y da a luz a su hijo en los márgenes de la sociedad; las palabras que dicen sobre Jesús se agolpan en su corazón; huye a Egipto, junto con José, para salvar al hijo que es perseguido por Herodes; marcha a Nazaret para vivir con su familia en la realidad cotidiana.
María se mueve en la fiesta y la alegría de la vida y se da cuenta de la necesidad de los invitados a una boda, y la Iglesia quiere ver a la madre dolorosa que acompaña a Jesús en su camino hacia la cruz y espera, con el corazón movido por la esperanza del Sábado Santo, la visita silenciosa del Resucitado a su madre.
María sabe mucho de movimiento interno, el de la mujer que pone su vida en manos de Dios sin saber qué va a ocurrir con ella y el de la madre que escucha sorprendida los elogios sobre su recién nacido, y de movimiento externo, el de la que está atenta en el servicio a los demás desde lo cotidiano y el de la madre que quiere lo mejor para su hijo y no duda en dejarlo todo para empezar de nuevo en otra región.
Seguramente, este movimiento externo es el que primero nos llega a la mente cuando nos acercamos a la Madre como consuelo de migrantes. El papa Francisco es especialmente sensible a la realidad de los que han tenido que desplazarse para comenzar una vida mejor fuera de su país, y con frecuencia recuerda que la presencia de estas personas, más débiles y vulnerables, con un aviso de Dios ante una vida acomodada e insensible a las necesidades ajenas. Estos migrantes son una llamada urgente a la caridad, la misericordia, a no excluir a ninguno de los hermanos en Jesús y a poner primero a aquellos que, quizá, no siempre pueden dan las gracias.
Pero María sabe también de consuelo en cada movimiento suyo que encontramos en los evangelios: el ángel que le reconforta cuando ella, joven y embarazada, no sabe qué va a ser de su vida, la ayuda que brinda a su prima Isabel, el refugio con la familia hasta que viajar a Galilea, el alivio al solucionar el problema del vino de los invitados a la boda, la compañía a su hijo en el dolor de la Pasión, la presencia y testimonio entre la primera comunidad cristiana,…
Tiene cabida, por tanto, actualizar la figura de María como alegría, alivio y consuelo en los
movimientos cotidianos de nuestra vida o en los que se deban realizar en situaciones
extremas. Porque ella, como madre del Dios que se encarna, lo vivió junto a Jesús; María, como consuelo de los migrantes es camino que nos acerca a un Señor siempre en movimiento.
Cada semana de mayo hemos compartido reflexiones de los feligreses de nuestra parroquia. Les damos gracias por este regalo de oración dedicada a nuestra Madre, que sostiene nuestra fe y anima nuestros corazones a abrirse al Espíritu.
Leer Más »
Estamos llegando al final de la Pascua: el tiempo que se abrió con una octava, del primer al segundo domingo de Pascua, se cierra con otra, la que va desde la Ascensión hasta Pentecostés. (más…)
Leer Más »Seguimos rezando y reflexionando con letanías dedicadas a María, Nuestra Madre.
Hoy compartimos una reflexión de Virginia Conde Higuera, feligresa de nuestra parroquia, sobre María, salud de los Enfermos.
María sobre todo madre, modelo de cuidadora. Dios todopoderoso se deja gestar por ella, amamantar, acunar, asear…
¿No somos nosotros infinitamente más pequeños que Dios? ¿Cuántas veces arrastramos nuestras debilidades, heridas, nuestras dolencias físicas y mentales, nuestras incapacidades y discapacidades? Sufrimos en la soledad autosuficiente y no somos capaces de pedir ayuda, de dirigir nuestra súplica al auténtico consuelo.
La OMS define salud, no como la ausencia de enfermedad, sino como un estado completo de bienestar físico, mental y social. ¿Cuántas veces no estamos sanos a lo largo de nuestra vida? La pérdida de la salud o la ausencia de salud íntegra es inherente a la vida, nos acompaña en nuestra aventura vital. El ser humano necesitado de cuidados y agente, a su vez de cuidados.
María, madre atenta y solicita a las necesidades de Jesús, niño pequeño y vulnerable. También es capaz de seguir a Jesús adulto en un plano silente. Nunca desentendida de su maternidad. Su presencia, como pilar “discreto en la vida pública de Jesús”; seguramente sin entender lo que hacía su hijo, pero atenta y vigilante. Cuantas veces estaría preocupada por la “mala vida” que llevaba Jesús, las largas caminatas, malcomiendo o maldurmiendo; acercándose a enfermos impuros, tullidos y leprosos. Cuantas veces lo vería, con preocupación, subirse a las barcas en el mar de Tiberíades. Y ni que decir tiene de los insultos y las amenazas que recibía, incluso de muerte.
El dolor de madre no la paralizó, tampoco camino del calvario, con el corazón roto, crucificada ella también. Soportando lo insoportable, la tortura del hijo de sus entrañas. Pudo haberse derrumbado, pero se mantuvo firme a los pies de la cruz.
Todavía sacó fuerzas para recoger, también, en silencio obediente, la encomienda de maternidad universal: “Cuando Jesús vio a su madre y junto a ella al discípulo a quién él quería mucho, dijo a su madre: Mujer ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Desde entonces, aquel discípulo la recibió en su casa”. (Jn 19,26-27). Todos tenemos en mente, pues la iconografía que es muy rica, en imágenes de la Piedad. El cuerpo maltratado e inerte de Jesús en brazos de la Madre.
No seamos desagradecidos y “hombres de poca fe”. Acojamos la vida como regalo, aparentemente tan imperfecto, con enfermedades, algunas tremendas, difíciles de entender y sobrellevar.
Agradezcamos la vida.
Agradezcamos el amor que Dios nos tiene.
Agradezcamos la humanidad de Jesús.
Agradezcamos y confiemos en los cuidados maternales que el Señor nos proporciona de manos de María.
Agradezcamos y confiemos en la intercesión de María por nuestra salud y la de todos los enfermos.
No nos olvidemos nunca de su presencia discreta y eficaz, como en las bodas de Caná: “En esto se acabó el vino, y la madre de Jesús le dijo: Ya no tienen vino. Jesús le contestó: Mujer, ¿por qué me lo dices a mí? Mi hora aún no ha llegado. Dijo ella a los que estaban sirviendo: Haced lo que Él os diga». (Jn 2, 3-5)
Hagamos lo que Él nos diga.
Agradecemos a Virginia Conde Higuera por haber compartido con nosotros sus palabras dedicadas a la Madre de Dios, María Salud de los Enfermos.
Leer Más »La Iglesia sigue los pasos de su Maestro. Es discípula que aprende junto a su corazón para poder enseñarnos después también a cada uno de nosotros. Por eso igual que Cristo en el evangelio prepara a sus discípulos en estos discursos de despedida para su marcha al Padre, también la Iglesia se esmera en prepararnos para cuando se aleje de nosotros en la ascensión para quedarse de un modo nuevo, por el Espíritu. (más…)
Leer Más »