En la solemnidad del Corpus Christi, día de la Caridad, el Señor nos llama a descubrirle y a encontrarnos con su imagen en todos los hombres y mujeres, sirviéndole en cada uno de ellos, de modo especial, y con inmensa misericordia y compasión, en los más pobres, frágiles y necesitados. Es un tiempo de gracia, propicio para parar el frenético y acelerado ritmo de vida que llevamos con frecuencia, descuidando el ir a lo esencial de nuestra vida, como discípulos misioneros del Señor. Hoy se nos hace una gran donación, un gran regalo del cielo a la tierra, que nos llena de alegría y que no encontraremos en otro sitio.

Hoy, día de la Caridad, hemos de pedir con insistencia y de manera reiterada a la Trinidad Santa que purifique nuestra mirada: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8). Sólo así podremos ver con los ojos del corazón, asombrarnos y custodiar la dignidad del hombre, creado imagen y semejanza de Dios. Los ojos de la fe son los que ven lo bello de cada persona y se maravillan ante la belleza de la creación y el amor sin límites del Creador.

Hoy, día de la Caridad, la Iglesia nos recuerda que la Eucaristía sin caridad se convierte en culto vacío, tantas veces denunciado en la Sagrada Escritura y por el Magisterio de la Iglesia.

S. Juan Pablo II nos decía: «No podemos engañarnos: por el amor recíproco y, en especial, por el desvelo por el necesitado seremos reconocidos como discípulos auténticos de Cristo.» Este es el criterio básico merced al cual se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas5.

Damos gracias a la Trinidad Santa por las manos generosas al servicio de la caridad que dedican su tiempo y entregan su persona al servicio de los necesitados en Cáritas y en otras instituciones de la Iglesia. Pedimos al Espíritu Santo que haga de nuestra vida una entrega creíble en todo momento a los “heridos por la vida”: pobres; sedientos de Dios; transeúntes; emigrantes con sus adversidades; refugiados; familias desestructuradas; marginados; personas atrapadas y esclavizadas por las drogas, el alcohol u otras dependencias; la trata de mujeres en la esclavitud de la prostitución; las estrecheces por las que pasan los desempleados; ancianos solos; enfermos mentales; necesitados de compasión. (Mensaje de la CEPS para la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad)

“En la medida que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos»
“Nosotros tenemos un corazón para compadecer, manos para cuidar, piernas para ir hacia todos los que sufren”
«Hacer de nuestra vida una entrega creíble a los «heridos por la vida»»