Cómo distinguir la voz de Dios de las propias voces interiores

Hoy iniciamos nuestra formación quincenal en el discernimiento espiritual, que nos ocupará hasta final de mayo, impartido por el Padre Luis Murillo.

Es necesario saber distinguir la voz de Dios de las propias voces interiores. Para ello, es fundamental conocerse a uno mismo. La psicología no cuestiona la fe, sino que nos ayuda a abordar nuestra relación con Dios de una forma mas sana y madura. De igual manera, sabemos que nuestras motivaciones son determinantes y que las emociones no están sujetas a una valoración moral; lo que sentimos forma parte de nuestra naturaleza mental; lo importante son los actos que realizamos a partir de estas emociones.

Todo ser humano es, por naturaleza divina, bueno. La única fuerza que existe es el amor. Pero en la vida son necesarios tres amores: el amor a Dios, el amor al prójimo y el amor propio.

Partiendo de que la salud mental es prueba de realidad, una espiritualidad sana nos lleva a vivir el aquí y el ahora, aspirando a los bienes «de arriba» sin descuidar los terrenales.

DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL

Es bueno sentir en nuestra vida una zona de incertidumbre. Si alguien (cree que) tiene la respuesta a todas las preguntas, es la prueba de que Dios no está con el. Las dudas y la indecisión forma parte de nuestra naturaleza.

Contra ellas, es necesaria la escucha tanto interior, como del acompañamiento (si somos Iglesia, escuchamos en comunidad) y la escucha de la realidad, esa realidad que parte de la encarnamiento de Jesús entre nosotros.

Porque el mismo Jesús sintió en su vida con nosotros la necesidad de discernir. Como en las tentaciones del desierto o en el Getsemaní. La escucha del corazón, espacio único y en el que nadie puede intervenir salvo Dios y nosotros mismos, es un buen camino hacia el discernimiento de la voz de Dios.

Pero no solo Jesús discernía. Todos los santos han tenido que discernir, o sea, «buscar lo que agrada al Señor». El discernimiento es un ejercicio de inteligencia, habilidad y voluntad, como nos recuerda el Papa Francisco. Conocer las cosas del Espíritu y acallar la mente es un buen primer paso para ahondar en nuestra familiaridad con Dios. Sabiendo siempre que discernir tiene un coste: acoger y soltar, no se trata de renunciar, sino de elegir.

Para acceder a todas las sesiones: Curso de Discernimiento Espiritual