En este jueves de la quinta semana de Pascua, reflexionamos sobre el don de consejo, un don de Dios que nos brinda orientación específica en las decisiones prácticas de nuestra vida. A diferencia de otros dones, el consejo nos capacita para discernir entre diferentes opciones y elegir la más adecuada según la voluntad de Dios en situaciones concretas.
Vivir el don de consejo implica abrir nuestros corazones a la voz suave y amorosa de Dios, que nos guía en el camino hacia la verdad y el bien en cada decisión que enfrentamos. Nos invita a cultivar una actitud de escucha interior, para discernir entre las opciones que se nos presentan y elegir aquella que refleje mejor los designios de Dios para nuestra vida cotidiana.
En medio de las decisiones y desafíos de la vida diaria, el don del consejo nos ofrece claridad y dirección. Nos capacita para tomar decisiones alineadas con la voluntad de Dios, evitando las trampas del egoísmo y la vanidad, y siguiendo el camino del amor y el servicio desinteresado.
Que, en este día, y en cada día de nuestra vida, sepamos abrir nuestros corazones al don de consejo, permitiendo que nos guíe en el camino hacia una vida plena y en armonía con la voluntad de Dios en cada situación que enfrentamos.
Os compartimos el testimonio de María sobre el consejo, ojalá sirva como inspiración para quienes buscáis la guía del Espíritu Santo en vuestras vidas. Que sepáis que el don del consejo está siempre disponible para quienes nos abrimos a la sabiduría de Dios, guiándonos hacia una vida en armonía con la voluntad de Dios en cada situación que nos toca enfrentar:
Don de Consejo
‘Mi vida ha sido transformada por el don de consejo, este regalo del Espíritu Santo me ha acompañado en cada decisión y situación concreta de mi camino. A través de la escucha interior y el discernimiento, he aprendido a confiar en la voz suave del Espíritu Santo, que me orienta hacia la verdad y el bien en cada encrucijada de la vida.
Recuerdo un momento particularmente difícil en el que me encontraba frente a una decisión importante. Sentía confusión y ansiedad, pero recurriendo a la oración y al don del consejo, pude discernir con claridad cuál era el camino que Dios quería para mí. Con esa certeza interior, pude avanzar con confianza, sabiendo que estaba siguiendo la voluntad de Dios en esa situación concreta.
Desde entonces, he aprendido a confiar en el don del consejo en cada aspecto de mi vida. Me ha guiado en la toma de decisiones prácticas y concretas, y me ha capacitado para ofrecer orientación y apoyo a otros en sus propias decisiones’.
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