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Primer Domingo de Adviento (Marcos 13, 33-37)

“Estad en vela porque no sabéis el día ni la hora”

Para iniciar el adviento se nos invita a preparar este tiempo en vela, es decir no adormecidos. El Evangelio no solo nos habla de la venida futura de Jesús, sino de cada visita ordinaria en nuestras vidas. La vida nos sorprende con visitas inesperadas de su misericordia y compasión, basta estar atentos para dar cuenta de ello. El Señor habita entre nosotros de muchas maneras, y es preciso que espabilemos para darnos cuenta. No siempre es fácil captar el momento del paso del Señor por nuestras vidas. Quizás lo hace cuando alguien nos pide un consejo, cuando sentimos consolación delante de situaciones difíciles de la vida, cuando por cualquier razón las cosas no salen como esperábamos pero resultó mejor de lo que proponíamos. En fin, el paso del Señor es tan variado, que solo quien hace silencio interior, y espera algo de Dios, puede percibirlo.

Desde el amor: hagamos presente el paso de Dios en la vida de quien nos encontremos esta semana.

Desde la fe: Confiemos en que el Señor está presente en cada momento, y pidamos la gracia de poder percibirlo.

Desde la esperanza: De cara a su venida futura y de cada visita cotidiana, sepamos esperar, como lo hacemos en esta Navidad.