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II Domingo de Cuaresma

“Este es mi Hijo amado en quien me complazco” (Mateo 17,1-9)

Hoy el evangelio nos narra la transfiguración de Jesús en el monte Tabor. Es un momento muy bello en donde Jesús da esperanza a sus discípulos en el camino a Jerusalén. Muestra su Gloria a ellos, y les regala ese momento de intimidad. Quienes veían a Jesús por la calle, veían a un hombre común y corriente, su divinidad no la tenían muy clara. Jesús manifiesta su Gloria. En ese momento se escucha una voz que dice: “Este es mi Hijo muy amado en quien me complazco”. Hoy se nos invita a hacernos eco de esa frase que también es pronunciada sobre cada uno de nosotros. Somos sus hijos amados y Dios se complace en nosotros.

👉 Desde la fe:
En esta cuaresma, acerquémonos a esa voz interior, sintámonos Hijos amados y predilectos, aún con todo y nuestros desaciertos somos Hijos amados.

👉 Desde la Esperanza:
Consideremos dentro de nosotros esa divinidad, esa luz, esa presencia del Espíritu en nosotros. Que quienes nos miren en lo cotidiano, sientan que el Espíritu está presente dentro de nosotros, y seamos reflejo de esa luz de Dios.

👉 Desde la caridad:
Cada vez que nos encontremos con uno de nuestros hermanos o familiares, recordemos que también son hijos e hijas amados por Dios, que Dios también se complace en ellos, aunque a mí no me guste. Él es Padre, y como tal siente ternura para con sus hijos.

P. Luis Murillo