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REFLEXIÓN  (Papa Francisco)

Cristo es el Pastor verdadero, que realiza el modelo más alto de amor por el rebaño: Él dispone libremente de su propia vida, nadie se la quita, sino que la dona en favor de las ovejas.

En abierta oposición a los falsos pastores, Jesús se presenta como el  verdadero y único Pastor del pueblo. En la figura de Jesús, Pastor bueno, contemplamos a la Providencia de Dios, su solicitud paternal para cada uno de nosotros. ¡No nos deja solos! La consecuencia de esta contemplación de Jesús, Pastor verdadero y bueno, es la exclamación de conmovido estupor que nos ofrece san Juan: «Mirad que amor nos ha tenido el Padre…» (1 Juan 3,1). Es verdaderamente un amor  sorprendente y misterioso, porque donándonos a Jesús como Pastor que da la vida por nosotros, el Padre nos ha dado lo más grande y precioso que nos podía donar. Pero contemplar y agradecer no basta. También hay que seguir al Buen Pastor.