Este pasado fin de semana, del 15 al 17 de marzo, los jóvenes de confirmación, junto con sus catequistas, hemos participado en la Javierada 2024 que este año tiene como lema “Amados y llamados”. «Son unas palabras que nos dijo el Papa Francisco en la JMJ Lisboa 2023. La vida de cada joven es un regalo y un don. Todos somos llamados y amados». Y como san Francisco Javier, también enviados. «Enviados a la misión. En este camino no estamos solos», algo que hemos podido comprobar este fin de semana al encontrarnos con muchos peregrinos de otros lugares, con la Iglesia, con la vida de un gran santo, con sorpresas, y con lo que Dios tenga preparado para cada uno».

Salíamos el viernes en el tren rumbo a Madrid para recibir la Bendición del peregrino por nuestro Arzobispo D. José cobo, en la parroquia San Juan de la Cruz y coger uno de los muchos autobuses que nos estaban esperando para poner rumbo a Javier.

El sábado salíamos hacia Sos del Rey Católico, donde tras el rezo de Laudes, en la Iglesia del pueblo, daba comienzo la peregrinación. Comenzamos en silencio, buscando el encuentro con nosotros mismos y el encuentro con Dios, siendo peregrinos no solo hoy en este camino, sino en nuestra vida diaria, con esfuerzo, superación, momentos fáciles y no tan fáciles, encuentros y desencuentros, pero siempre siguiendo a Aquel que nos convoca y que ha dado la vida por nosotros.

Con las limitaciones de cada uno, con ayuda de los que caminan con nosotros, cansados, pero contentos, conseguimos llegar a la explanada del Castillo y reponer fuerzas comiendo.

Por la tarde tuvo lugar la Eucaristía en la explanada del Castillo de Javier presidida por el arzobispo de Pamplona, acompañado de sacerdotes venidos de diversos lugares, entre los que se encontraba el Padre Alejandro (nuestro vicario parroquial). “Peregrinos, estáis pisando tierra sagrada, tierra de santos. San Francisco Javier pisó estas tierras”, afirmó el arzobispo. Nos invitó a reflexionar sobre nuestras propias vidas: “Llegar a Javier es abrir los ojos y preguntarse ¿qué quiere Dios de mí?, como lo hizo san Francisco Javier. Pero, sobre todo, llegar a Javier es estar dispuesto a dar la vida por los necesitados”.

El arzobispo nos animó a “dar la vida por el hermano”. Recordó que Francisco Javier renunció a las comodidades y “Se lanzó mar adentro, para llegar hasta las misiones”. Nos animó a renunciar “a nuestras seguridades, a nuestro círculo de confort”. “Levanta la vista, hay que dejar de mirarnos el ombligo, dejar de contemplar nuestras bondades y conquistas, y mirar a nuestro alrededor”. Y terminó diciendo que necesitamos cristianos que sonrían, que contagien ilusión y alegría”.

Después de esta Eucaristía compartida con muchísimos peregrinos llegados de diferentes lugares, que nos hizo darnos cuenta de que no estamos solos, que somos muchos los llamados y enviados por Dios, tuvimos una Vigilia de oración en el auditorio del Castillo. Momento de testimonios y de encuentro íntimo con el Señor presente en la Eucaristía.

Después de un día tan intenso y agotador nos merecíamos un descanso y recuperar fuerzas para el domingo.

Madrugamos y fuimos en autobús a Vitoria, donde nos reunimos todos los que veníamos de Madrid a esta peregrinación para celebrar la Eucaristía presidida por el Obispo auxiliar de Madrid D. Juan Antonio Martínez Camino, que nos recordó que somos, amados, llamados y enviados a anunciar el Evangelio.

Antes de comer tuvimos nuestro momento de grupo para compartir que había sido para cada uno de nosotros este fin de semana, como nos había tocado el corazón, momento que nos ayudó a crecer.

Y ya de regreso para nuestras casas, a dejar que albergue en nuestros corazones todo lo vivido esta Javierada, que lo vivido este fin de semana no quede en vano, sino que nos impulse a contemplar mejor al Señor; que podamos reconocerle en nuestra vida, para sabernos sus elegidos, amados por Él.

Terminamos con esta Oración:

«San Francisco Javier, tú que te sentiste llamado a ser enviado, misionaste en tal pobreza, y con tal valentía, intercede por nosotros para que, como apóstoles, respondamos al llamado de Cristo con amor y humildad. Que el Señor nos conceda el entusiasmo y la alegría de vivir el Evangelio y anunciarlo». Amén.

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